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DOMINGO 24 DE DICIEMBRE: IV DE ADVIENTO (CICLO B)

ADVIENTO EN SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

  • Miércoles 20, 19:30 Celebración comunitaria de la Penitencia
  • Miércoles 20, 20h. Oración (Escuela de Evangelizadores)
  • Jueves 21, 20h. 8K Metas Volantes: Misa juvenil
  • Domingo 24, 24h. Misa del Gallo

LECTURAS

  • II Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16
  • Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29 R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
  • Romanos 16, 25-27
  • Lucas 1, 26-38

Celebrar es convertir la alegría por la misericordia de Dios en reunión, gesto y acontecimiento. Cuando celebramos, lo que sentimos lo experimentamos; lo que creemos se cumple; lo que esperamos se adelanta. Y con el IV domingo de Adviento celebramos que la vida de Jesús, su misión y los frutos de su Pascua liberadora, que fueron anunciados a María, son realidad en nuestras vidas y la vida de la Iglesia. Ya sabemos, como también lo sabía la virgen de Nazaret, que son muchas las dificultades para que las expectativas de vida plena, paz y fraternidad se abran paso en nuestro mundo. También con María, se turba nuestro corazón por la fragilidad que sentimos para colaborar con Dios en sus planes de salvación. Pero, irrumpe el Espíritu donde le fe le deja un hueco, y nos cambia, nos fortalece e impulsa al compromiso y la fidelidad. Celebramos que la gracia, si le facilitamos su propio espacio con nuestra confianza y disponibilidad, hará posiblo lo que parece imposible. Por lo pronto, salgamos del individualismo, rompampos con la incredulidad y el pesimismo para celebrar unidos la tenacidad de Dios para lograr, contra todo pronóstico, que su gloria nos eleva y su amor nos hermana. 

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

DOMINGO 17 DE DICIEMBRE: III DE ADVIENTO (CICLO A)

 

ADVIENTO EN SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

  • Miércoles 13, 20h. Meditación de Adviento (Escuela de Evangelizadores)
  • Sábado 16. 19:30 Coro Universitario


LECTURAS

  • Isaías 61, 1-2a. 10-11
  • Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54 R. Me alegro con mi Dios.
  • Tesalonicenses 5, 16-24
  • Juan 1, 6-8. 19-28

"Estad siempre alegres" nos dice San Pablo. Y nos lo dice porque él sabe por experiencia propia que quien se ha encontrado con el Señor Jesús, quien ha creído que Jesús es el Señor, ha descubierto el sentido de la historia, la razón de ser de la vida de cada persona y de toda la humanidad. Lo sabían también los profetas, que Dios tiene una buena nueva para los que peor lo pasan, una feliz noticia de esperanza para los que la perdieron. Lo supo también el Bautista, que ya estaba con nosotros  el que cumple las profecías y hace realidad los deseos de Dios: hacernos llegar todo su amor restaurador, vivificante y sanador. Cada cristiano es en medio del mundo esa voz que grita la plenitud de vida que Dios nos quiere dar. Por eso estamos alegres, porque tenemos esperanza, pero también memoria de cuánto bien nos ha hecho Dios a lo largo de nuestra vida. Y por eso actuamos y nos compromentemos, porque amar, servir y perdonar no es absurdo ni frustrante, por más que suponga dificultades y contradicciones, aunque sea incómodo y a veces nos dé pereza. Alegres de ser y hacer Iglesia, no porque ella sea perfecta, sino porque en sus miebros resuena el anuncio gozoso de que en medio de nosotros hay uno que trae motivos para la esperanza, razones para el compromiso, fuerza para creer, hechos con los que animarnos y estimularnos en la perseverancia de la oración y la caridad.

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA



DOMINGO 10 DE DICIEMBRE: II DE ADVIENTO (CICLO B)

Dios es misericordia, entrañas compasivas de amor a la vida, de ternura para con todos sus hijos, porque És es padre, nos cuida como una madre, y como una madre o un padre, nos quiere ver amarnos como hermanos. Esta identidad amorosa y protectora de Dios nos invita a que desarrollemos nuestras más profunda predisposición a la solidaridad y la cooperación. Una Iglesia sinodal, comunitaria y particpativa comienza porque vivamos la pluralidad con acogida, superando prejuicios y rechazos hacia que vive la fe y el cristianismo con formas y prioridades distintas, la caridad bien entendida empieza en la propia casa.

ADVIENTO EN SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

  • Miércoles 13, 20h. Meditación de Adviento (Escuela de Evangelizadores)
  • Viernes 15, 20h. Misa de jóvenes
  • Sábado 16. 19:30 Coro Universitario

LECTURAS

  • Isaías 40, 1-5. 9-11
  • Sal 84, 9ab 10. 11-12. 13-14 R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación
  • II Pedro 3, 8-14
  • Marcos 1, 1-8
La misericorida que Dios es y que Dios tiene para con todos sus hijos se muestra de manera especial en aquellas personas que caminan a nuestro lado y nos animan a no desfallecer. Los testigos, como el Bautista, que con su esfuerzo cotidiano por hacer más bella la vida y mejor el mundo son otras tantas expresiones de que Dios nos acompaña y sostiene. La gratitud para con ellos nos motiva a ser también nosotros buenos compañeros de camino para los que nos necesitan, para aquellos más próximos que podemos ayudar y aliviar en sus dificultades. Amor sólo con amor se paga, y el amor que Dios nos hace llegar por medio de sus hijos más sencillos y bondadosos, sólo con misericordia y generosidad podremos agradecerlo como se merecen.

INMACULADA CONCEPCIÓN, LA PURÍSIMA

 
El proyecto de Dios sale adelante porque hay personas que se identifican con él, que lo hacen suyo y se entregan de alma y cuerpo al deseo divino de hacernos llegar su amor, de dársenos como sólo se nos dan los que nos aman de forma incondicional, gratuita e imperecedera. Esas personas, amigas de Dios y servidoras de su voluntad, se convierten para nosotros en cauce de la gracia que salva, en mensajeras de la palabra que da vida, que perdona y restaura nuestra naturaleza caída. Y por su fidelidad y perseverancia, al cumplir su misión posibilitan que nosotros cumplamos la nuestra. Así fue María, la Virgen santísima para con toda la humanidad al facilitar, generosa y creyente, que Cristo nos guiara hasta la plena comunión con Dios, que también es la máxima cota de humanidad a la que podemos aspirar. 
¿Cómo no la íbamos a ensalzar y venerar? Y así lo hacemos, desde su Inmaculada Concepción hasta su Asución al cielo.

LECTURAS

  • Génesis 3, 9-15. 20
  • Sal 97, 1-4: Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
  • Efesios 1, 3-6. 11-12.
  • Lucas 1, 26-38

No nombra san Pablo ni una sola vez a María, la Virgen madre de Jesús. Tampoco nos da muchos datos biográficos del que para él es el salvador, el Hijo de Dios. Y es que, para el apóstol de la fe y la gracia, lo que cuenta es quién es Jesús para él, qué significa para el destino de toda persona, para la salvación de toda la humanidad. Es, pues, el proyecto universal de Dios, realizado en Jesucristo su hijo, lo que marca la diferencia, la gloria y la decisión que se juega en la aceptación de la verdad del Evangelio de la cruz y la resurrección del Señor. Por eso, aunque no menciona a la Virgen María, ni nos brinda el corpus paulino, citas y episodios de la vida de Jesús (salvo la última cena, la cruz y la resurrección) podemos reconocer en la radicalidad del credo paulino, la base y el marco de nuestra veneración por la que hizo posible la historia salvadora llevada a cabo por Jesús, el proyecto divino de vida y comunión con Dios, la oferta de una nueva humanidad liberada del pecado, la ley y la muerte. 

Tal vez por eso, Lucas, que fue compañero del apóstol de los gentiles, y que es el principal cronista del papel de Santa María en la historia de Jesús y de la salvación, señala en el texto de la Anunciación, así como en el del Magnificat, que el valor trascendente y significativo del sí de María a Dios es su complicidad y abnegada colaboración con el diseño divino de una plena restauración de nuestra filiación, de nuestra condición de hijos de Dios. Lejos de suponer la ignorancia o minusvaloración de la Virgen María, Pablo, con su afirmación tajante de que Dios nos ha salvado en Jesucristo, ha puesto el cimiento fundante del reconocimiento cristiano de la figura de la madre de Jesús como hito fundamental de lo que realmente importa: que Dios nos ha asociado con Él a través de su Hijo, realidad de la que Nuestra Señora forma parte intrínseca e ineludible, por eso es "llena de gracia", ya que si "el Señor está contigo" es porque ella, María, está totalmente de parte del Señor. 

Y es con esta fuerza y gratitud que encierra la íntima participación de la Virgen María en el designio divino realizado en Cristo, lo que hoy y en todas las fiestas marianas celebramos con profunda alegría, la que genera el fruto bendito de su vientre, Jesús.



DOMINGO 3 DE DICIEMBRE: I DE ADVIENTO

El Dios de las profecías es el Dios que garantiza un futuro por el que merece la pena trabajar y transformar el presente, un futuro que nos exige velar y estar despiertos para captar esas expectivas de plenitud, de vida en abundancia, de salvación.

LECTURAS

  • Isaías 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7
  • Sal 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19 Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
  • I Corintios 1, 3-9
  • Marcos 13, 33-37
Velad, como quien vive en verdad y no está sólo aparentemente vivo pero interiormente adormecido, emocionalmente indiferente. Vela como quien sabe que su casa necesita un cuidado y un disfrute que la haga habitable. Velad como quien tiene esperanza y sabe que todo no ha pasado, que es mucho lo que hay que cambiar y renovar, tanto a nivel personal como en la Iglesia. Personalmente, aguardar la salvación supone tener un motivo para superar el pesimismo, implica tener sólidas razones para actuar. Y como Iglesia, el sínodo sobre la sinodalidad, sobre el carácter comunitario y corresponsable de la fe cristiana, ha apuntado múltiples líneas de renovación para estar a la altura de esa Iglesia que hacemos entre todos. 
Con el Adviento, ante la expectativa de la celebración de la Navidad, los cristianos todos hemos de velar, porque Dios ya ha bajado, descendió y se extremecieron las montañas... no puede ser que hasta los montes se tambalearan y nosotros sigamos fríos, ajenos al paso de Dios por la historia para ayudarnos a que no se nos vaya de las manos nuestra responsabilidad para con los otros y la Creación, y acabemos consintiendo pasivamente con tanta muerte y destrucción. Velar, vigilar, supone estar vivos de verdad, con el necesario conocimiento de las causas de lo que pasa y la conciencia responsable para actuar, comprometernos y participar, porque Dios "sale al encuento del que practica con alegría la justicia". 


DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE: IV DE ADVIENTO (CICLO A)

 
Como en el principio era la palabra, como la palabra era Dios y Dios es palabra, comunicación, anuncio, creer es un diálogo permanente con Dios y los hermanos, con la Creación y la sociedad. Y ser cristiano es comunicar, sin afán de imponer o manipular, pero sí con la sincera intención de compartir lo que Dios nos ha anunciado: que quiere nuestra bien, nuestro mayor bien, pero para todos.

LECTURAS

  • Miqueas (5,1-4)
  • Sal 79,2ac.3c.15-16.18-19
  • Hebreos (10,5-10)
  • San Lucas (1,39-45)

CONVOCATORIAS

Jueves 15, 19:30. Celebración comunitaria de la Penitencia

Viernes 16, 19:30. Misa y Concierto navideño del Coro Universitario

Sábado 17, 11h. Asamblea parroquial sobre la etapa continental del Sínodo

Sábado 17, 20h. Misa de jóvenes

La evangelización, el anuncio con palabras y obras de nuestra fe, no es mero proselitismo. Así lo fue en otros tiempos, pero hoy no se trata de convencer y ganar adeptos, sino de proponer en esta sociedad plural y pretendidamente democrática, una visión del mundo, una esperanza para la humanidad, un camino para la auténtica felicidad: Jesucristo. No es que pensemos lo contrario, que sin fe no hay sentido de la vida y todo es desesperación. No, sabemos que hay muchas vías de realización del ideal humano de plentitud. Pero, como nosotros hemos recibido el anuncio de la salvación realizada en Jesucristo, como María, lo compartimos, sin prentesiones de exclusividad, pero con la convicción que da haber experimentado la salud y la verdad que el Evangelio de Jesucristo confiere a los que se atreven a seguir este camino. Y este anuncio, es cosa de todos los cristianos, de todas los bautizados. Eso es lo que se llama "sinodalidad", caminar juntos, tanto con lo que comparten nuestra fe, nuestros hemanos, como con toda la sociedad, nuestro mundo y nuestro tiempo.


HOJA DOMINICAL DIOCESANA

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

DOMINGO 11 DE DICIEMBRE: III DE ADVIENTO (CICLO A)

 
La solidaridad es el amor en su estado más puro. La solidaridad, no solo no anula la búsqueda de la justicia, sino que le marca su verdadera orientación: recomponer la fraternidad, poner por delante siempre a las personas, buscar con ahínco la humanización de la vida, de las estructuras sociales (empezando por la económía) y del derrotero de la humanidad. La solidaridad se convierte así en el culto más agradable a Dios, el que une el espíritu y la verdad, la fe y la caridad, el cielo con la tierra.

LECTURAS

  • Isaías (35,1-6a.10)
  • Sal 145,7.8-9a.9bc-10
  • Santiago (5,7-10)
  •  Mateo (11,2-11)

La prioridad de la solidaridad para la vida cristiana no se debe exclusivamente a un mandamiento o a una doctrina, es el modo más directo de corresponder al amor de Dios y el culto perfecto que Dios espera de nosotros. Por eso, Jesús responde a las expectativas del Bautista, que son las expectativas de toda la profecía de Israel, con el ejercicio de su misión liberadora, con el amor convertido en curación y reconciliación. Y para esta prenda del Reino de Dios que es el amor hecho disponibilidad y servicio, no hay que esperar al final de los tiempos, ya ha comenzado, como se ve cada vez que, en nombre del Evangelio, los seguidores de Jesús amamos como Él lo hizo, socorremos al hermano, como Él nos lo pidió; nos damos generosamente como el propio Jesús se entregó por todos. Esto es ya una realidad, si bien todavía muy incompleta, pero con la solidaridad, el voluntariado y la caridad, el Reino ya ha comenzado y cada uno podemos incoporarnos con nuestro compromiso directo, real y sincero por los pobres y los más necesitados.

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

DOMINGO 4 DE DICIEMBRE: II DE ADVIENTO (CICLO A)

 
Así llamaban los primeros cristianos, según los Hechos de los Apóstoles al seguimiento de Jesús y a la Iglesia: el camino. Y en camino estamos los cristianos, junto a toda la humanidad, hacia la realización de nuestras vidas del único modo posible: dándonos en lo que hacemos, amando con lo que somos. También de camino habla la propuesta del papa de una Iglesia "sinodal", caminar juntos. Quisiéramos en este Adviento reflexionar sobre lo que significa seguir a Jesús en comunidad y en comunión con el resto de los hijos de la Iglesia. Que el Espíritu nos ayude y nosotros pongamos de nuestra parte.

LECTURAS

  • Isaías (11,1-10)
  • Sal 71,1-2.7-8.12-13.17
  • Romanos (15,4-9)
  • Mateo (3,1-12)

Jesús también se puso en camino, él tenía que recorrer su propio camino, pero otros profetas antes que él ya lo habían iniciado, habían abierto itinerarios por los que transitar hacia Dios y por los que Dios se acercaba a su pueblo. Por eso, Jesús se pone en contacto con el Bautista, porque él también está dando pasos para cumplir su propia misión. La relación de Jesús con el Bautista, del cristianismo con la fe de Israel, es una invitación a reconocernos parte de una historia que viene de más atrás y va más allá de nosotros. El Adviento es un tiempo propicio para comprender y vivir la fe como un camino que hacemos con otros. Que el sínodo sobre la sinodalidad nos ayude a todos a reactivar nuestra participación en la Iglesia, fortalecer la comunión y asumir nuestra parte en la misión compartida: anunciar el Evangelio, ese gran camino por el que Dios viene nosotros y por el que nosotros nos aproximamos a su Reino de amor.



HOJA DOMINICAL DIOCESANA

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

DOMINGO 27 DE NOVIEMBRE: I DE ADVIENTO (CICLO A)

 

La vigilancia, atenta, servicial y constante, permite avizorar el alba, descubrir los signos de la novedad, aguardar para acoger al que llega. El Adviento quiere ayudar a los cristianos a despertar los sentidos espirituales y las actitudes de conversión con vistas a reconocer y hospedar la humanidad nueva que Dios nos brinda en su hijo Jesús de Nazaret.

LECTURAS

  • Isaías 2,1-5
  • Sal 121, 1-2. 3-4a. 4b-5. 6-7. 8-9
  • Romanos 13,11-14
  • San Mateo 24,37-44

Frente al efecto adormecedor del paso del tiempo, contra el entumecimiento de nuestas aptitudes por la rutina y la pereza para cambiar, el Adviento nos ayuda a entrenar nuestra sesibilidad espiritual. Solo si andamos por la vida despiertos y atentos, estaremos en condiciones de percibir el paso de Dios. Para descubrir en la humildad de nuestra carne la grandeza del amor encarnado de humanidad, es preciso abrir los ojos, ponerse en pie, recuperar la movilidad y flexibilidad de nuestos criterios, opciones y propósitos. Este estado del alma y de toda nuestra persona, requiere un entrenamiento constante que, ahora en Adviento, podemos intensificar o empezarlo si no estamos todavía en ello. La lectura de la Palabra de Dios, la oración en silencio, la contemplación de los hechos y rostros que nos acaompañan, el contacto con la naturaleza, la conversación con los hermanos de fe, las celebraciones de la Eucaristía y la Penitencia... pueden servirnos de medios para alcanzar esa disposición de vigilancia y receptividad. Despertemos que ya amaneció.

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA



DOMINGO 19 DE DICIEMBRE: IV DE ADVIENTO (CICLO C)

 

LECTURAS

  • Miqueas (5,1-4)
  • Sal 79,2ac.3c.15-16.18-19
  • Hebreos (10,5-10)
  • Lucas (1,39-45)

La caridad de María e Isabel en este pasaje de la visitación, es también la caridad del evangelista Lucas que nos lo cuenta y de la Iglesia primitiva que supo comprender la importancia del Bautista. No sin humildad, los primeros cristianos, que siempre dejando clara la superioridad de Jesús ("¿quién soy yo para que me visite la madre de mi señor?" le dice Isabel a María) supo reconocer que el Bautista, como último eslabón de la saga profética, es crucial para la formación del Mesías y para su encaje en la historia de Israel. María e Isabel, Jesús y Juan Bautista, son frutos granados de una larga trayectoria de fidelidad. Y así, también nosotros, además de madurar en nuestra fe por los frutos de la caridad fraterna, debemos aprender a valorar y aprovechar los testimonios, ejemplos y virtudes de los otros, incluso de los que piensan o creen de manera diferente. Jesús lo supo hacer; antes que Él, tambien su madre; y antes que la Iglesia actual, la de los principios, nos enseña tolerancia, comprensión y humildad. Por esos caminos podremos seguir al que cumple las promesas de Dios para toda la humanidad.

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA


CELEBRACIONES COMUNITARIAS DEL PERDÓN:

  • Miércoles 15 de diciembre: 20h.
  • Viernes 17 de diciembre: 19:30

RETIRO DE ADVIENTO DEL ARCIPRESTAZGO DE LA PURÍSIMA



DOMINGO 12 DE DICIEMBRE: III DE ADVIENTO (CICLO C)


LECTURAS

  • Sofonías (3,14-18a)
  • Is 12,2-3.4bed.5-6
  • Filipenses (4,4-7)
  • Lucas (3,10-18)

"Reunirá su trigo", aventará la paja y recogerá el grano. El Señor nos reúne, suma todo el fruto de nuestro esfuerzo por ser fieles a su llamada y su enseñanza. Uno a uno, gesto a gesto, desde el más pequeño e insignificante indicio de amabilidad hasta las grandes propuestas de transformación solidaria del mundo, todo sirve y todo aumenta la cosecha de bondad que entre todos hemos ido logrando. Tu coherencia y tu testimonio solos se pierden, pero reunidos con las obras buenas de la comunidad se convierten en una profunda corriente de ternura y compasión, una tendencia que, si pereveramos, se convertirá en realidadades de justicia, comunión, fraternidad. Eso es lo que tenemos que hacer, aportar cada uno nuestra propia responsabilidad y traerla al fondo común de esperanza que es la comunidad cristiana, esperanza para toda la humanidad.

COMENTARIO EVANGÉLICO J. A. PAGOLA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA


CELEBRACIONES COMUNITARIAS DEL PERDÓN:

  • Miércoles 15 de diciembre: 20h.
  • Viernes 17 de diciembre: 19:30

RETIRO DE ADVIENTO DEL ARCIPRESTAZGO DE LA PURÍSIMA




DOMINGO 5 DE DICIEMBRE: II DE ADVIENTO (CICLO C)

LECTURAS

  • Baruc (5,1-9)
  • Sal 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6
  • Filipenses (1,4-6.8-11)
  • Lucas (3,1-6)

A pesar de todos los presagios, el anuncio que hace Jesús y que profetizó Juan el Bautis, es motivo de una gran alegría: la vida tiene sentido, Dios es quien se lo da; las víctimas no lo fueron en balde, Dios es su valedor; el compromiso a tiempo completo no es tiempo perdio, Dios le dará fruto... Cristo hace realidad todas las promesas si sabemos acogerlas, hacerlas nuestras y convertirlas en motivos para la perseverancia y la generosidad. Como un cactus erguido en el desierto, sin follaje pero vivo, con espinas pero aportando a la aridez de la vida su verdor y su agua oculta, la señal levantada de los testigos del amor y la fraternidad sigue actualizando hoy la previsión de un futuro mejor... y de un presente esforzado que logre hacerlo realidad.

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

COMENTARIO EVANGÉLICO: J. A. PAGOLA

DOMINGO 28 DE NOVIEMBRE: I DE ADVIENTO (CICLO C)

 
"Levantad la cabeza, se acerca vuestra liberación". Como los girasoles, los cristianos nos alzamos ante la luz que disipa las tinieblas y nos orienta hacia el sí definitivo de Dios a la humanidad. No podemos ceder al pesimismo, ni mirarnos siempre a nosotros mismos. El sol llena el horizonte y nuestros pasos deben caminar hacia delante. Y como no faltan malas noticias ni señales preocupantes más debemos otear la luz que desprende la novedad de Cristo. 

LECTURAS

  • Jeremías (33,14-16)
  • Sal 24
  • Tesalonicenses (3,12–4,2)
  • Lucas (21,25-28.34-36)

La actitud de atención, de vigilancia, que recomienda el Evangelio, anima al cristiano a sacudirse el cansancio, evitar el derrotismo y descifrar las señales de esperanza que hay en nuestro tiempo, a pesar de tantos y tan graves presagios. El Adviento nos debe ayudar a las comunidades parroquiales a caldear el ambiente eclesial con la luz de la esperanza y el ánimo dispuesto de quien sabe que el Señor siempre está cerca. No desconocemos la gravedad del tiempo presente, de las innumerables amenazas a la justicia, la vida y la dignidad de tantas personas, incluso de la Creación entera. Pesan sobre nuestras espaldas los números de muertos y los indicadores de degradación en la vida de pueblos enteros. Y aún así, creemos que la cercanía del salvador arroja sobre todas nuestras pesadumbres una estela de confianza e ilusión. Por eso, además de mirar la vida con la certeza del amor que la creó, el amor de  Dios, tenemos sobrados motivos para ponernos manos a la obra, para comprometernos con otras muchas personas e iniciativas en la mejora de nuestro mundo. La esperanza del Adviento no se queda en mera espera de algo bueno, sino que, impaciente por hacer realidad las promesas, se convierte en proyectos solidarios, propuestas de cooperación, citas para el trabajo compartido y transformador. Es la expectativa de una nueva humanidad que sabemos posible porque la hemos visto hecha realidad en Jesucristo nuestro Señor.

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA: ¿QUÉ ES VIVIR DESPIERTOS? DESEAR QUE EL MUNDO CAMBIE

HOJA DOMINICAL DIOCESANA




DOMINGO 20 DE DICIEMBRE IV DE ADVIENTO (CICLO B)

Para que Dios entre en nuestras vidas, debemos dejar la puertab abierta, superar los miedos y desconfianzas, abrirnos a la sugerencia divina de que cuenta con nosotros, nos valora y nos ofrece  por su parte el doble de fidelidad de la que nos pide. Si María escuchó la propuesta que Dios le hacía es porque tenía las puertas de su espíritu abiertas a la novedad del Espíritu. Si la Iglesia quiere llevar el Evangelio a la socidad de hoy no puede encerrarse tras sus muros y directorios, normas y necesidad de uniformidad, así, ni Dios sale a la calle, ni los hombres y mujeres de hoy entrarán a la Iglesia. No una Iglesia "aduana", sino madre y hospital de campaña, una Iglesia en salida y no parapetada tras la aparente seguridad de las normas a tutiplén.

LECTURAS

  • II Samuel (7,1-5.8b-12.14a.16)
  • Sal 88,2-3.4-5.27.29
  • Romanos (16,25-27)
  • Lucas (1,26-38)

Y para que no falte María, que junto al Bautista completa el díptico del adviento, hoy leemos el evangelio de Lucas. La virgen de Nazaret, desposada con José; la mujer de la espera, la escucha y el "sí". En la respuesta generosa de la Virgen al ángel, la servidumbre que asume María es a la palabra que, por ser ésta la de Dios, nunca humilla ni cercena, sino que libera y da plenitud. Colaboradora de Dios, por su fe y disponibilidad para el servicio, María es la madre de Dios-hijo, la madre del Hijo de Dios. Y por la palabra acogida de un modo creyente, orante y comprometido, cada uno de nosotros vamos desarrollando nuestra condición de hijos de Dios. Por el servicio y la caridad solidaria, los cristianos vemos como el Espíritu de Dios hace fértiles nuestras intenciones y acciones, nuestra vocación y ministerio dentro de la Iglesia.

Mucho le debe la Iglesia a la devoción mariana del pueblo fiel. Pero, sin la plena inserción de la figura de la Virgen María en la trama de la Historia de la Salvación, no se comprende su verdadero valor, ni se aprovecha del todo la riqueza de gracias y fidelidad que representa. Sin las actitudes creyentes —confianza, gratuidad, riesgo y compromiso— que María encarna, no sabremos medir la importancia de su papel en la misión salvadora de su Hijo, que es la salvación de Dios para todos sus hijos. Aparte de las justas y emocionalmente necesarias connotaciones de ternura maternal y responsabilidad familiar, la doncella visitada por el ángel también tiene el coraje de ir más allá de lo mandado, la imaginación para creer y anticipar lo que se le promete y, lo que es igual de encomiable, la constancia de vivirlo en la oculta cotidianidad de la vida oculta de Jesús hasta su marcha al desierto, de nuevo, bajo la sombra del Bautista. No olvidemos nada de esto cuando con naturalidad nos broten los tonos emotivos de la devoción, porque lo cortés no debiera quitar lo valiente. A la Virgen Madre le pedimos que nos inspire para seguir la Palabra y proclamar eternamente la misericordia de Dios: "Tú eres mi Padre, mi Dios, mi roca salvadora".

LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: UMBRAL DEL FUTURO DE DIOS

HOJA DOMINICAL DIOCESANA




DOMINGO 13 DE DICIEMBRE: III DE ADVIENTO (CICLO B)

 

La Vía Láctea resplandece sobre la oscuridad de la noche, el reguero de luz que dejan millones de estrellas arracimadas en una de las millones de galaxias del universo, nuestro sol entre ellas. Luz que viene de los astros, como la luminosidad de los testigos de Cristo viene de quien les hace brillar en medio de las tinieblas de tanto egoísmo y banalidad. Pero es su Señor quien les hizo alumbrar nuestras propias vidas, salgamos, pues, al encuentro del que es la luz verdadera: "Tu luz no hace ver la luz".

LECTURAS

  • Isaías (61,1-2a.10-11)
  • Lc 1,46-48.49-50.53-54
  • Tesalonicenses (5,16-24)
  • Juan (1,6-8.19-28)

Tal vez para darle más cancha de la que le otorga el evangelio de Marcos, la liturgia nos propone este domingo un pasaje de Juan, con el Bautista de protagonista en su condición de testigo de la verdad, de señero de uno que viene detrás de él, pero pasa delante y mucho más allá que Juan. El testimonio, así lo confirmó Pablo VI en la Evangelii nuntiandi y lo ha repetido el papa Francisco en Evangelii gaudium, es el lenguaje de la evangelización. Recibir testimonio de los que respiran las bienaventuranzas y se comprometen con su realización en el presente, nos ayuda a ser evangelizados, pues solo es evangelizador quien primero se ha visto atraído y embarcado por esa vida nueva que suscita el Evangelio de Jesucristo. Y vemos a Juan Bautista dar testimonio de Cristo como el que cubre todas las expectativas y cumple todas las promesas. Pero este acto de humildad y coraje, que comunica remitiendo a otro mayor y experimentando, con el descentramiento o superación de la autorreferencialidad de la que nos habla el papa Francisco, parte de un autoconocimiento que evita endiosamientos y egoísmos. Todo testigo lo es de algo que es mayor que él mismo. Agradecemos ya de antemano a todos aquellos hermanos y hermanas que, a lo largo de este año y los que vendrán, nos darán testimonio de su fe y esperanza, pues sabemos lo que cuesta compartir lo más íntimo y valoramos que se enfrenten al pudor y la debilidad de quien expone en público lo que uno lleva dentro; lo que como cristianos somos gracias a que otro mucho mayor, nos ha bautizado con Espíritu y fuego.

Y, sin embargo, de poco sirven los testimonios sobre Cristo si, como el propio Baustista invitará a sus discípulos, no llegamos al encuentro personal con ese que ha sostenido la palabra y el ejemplo de sus testigos: el Cordero de Dios, el que sí que es la luz por la que brilla todos sus testigos. Los que han creído, con sus propias vidas nos muestran el sentido y la firmeza que les dio seguir a Jesucristo. Nosotros, estimulados por ellos y sus buenas referencias, debemos acercarnos y conocer por nosotros mismos la cercanía de Dios que desprende Jesucristo, la exigencia de vida que nos propone, el horizonte de esperanza hacia el que nos encamina. Este encuentro tienes tres lugares privilegiados: la vida de Jesús que late en los evangelios; la propuesta a vivir la misericorida de Dios que nos reclama el rostro del hermano, especialmente de los enfermos y los pobres; la oración constante y la actitud de atención que ella propicia. Esos tres puntos de encuentro con el Señor los hallamos sugeridos y compartidos en la Iglesia, en el grupo de los que le siguen y lo anuncian. 

LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: TESTIGOS DE LA LUZ

HOJA DOMINICAL DIOCESANA



8 DE DICIEMBRE: INMACULADA CONCEPCIÓN. DÍA DEL SEMINARIO

 

Este año, por la pandemia, el Día del Seminario se ha trasladado a la fiesta de la Inmaculada. A la virgen y madre le encomendamos que el Espíritu Santo suscite vocaciones sacerdotales, de "pastores misioneros". Y, por su ejemplo, rogamos que tanto los futuros curas como los actuales, aprendamos a escuchar la Palabra, estar siempre disponibles al servicio del santo Pueblo de Dios y encarnar en la vida de nuestros pueblos y barrios su modelo evangelizador, basado en la plena identificación con el proyecto del Reino de Dios, que es vida en abundancia para todos.

LECTURAS

  • Génesis 3, 9-15. 20
  • Salmo 97, 1. 2-3ab. 3c-4
  • Efesios 1, 3-6. 11-12
  • Lucas 1, 26-38

DÍA DEL SEMINARIO

Dentro del itinerario de Adviento, la festividad de la Purísima, la Inmaculada Concepción, nos invita a ver en María la actitud de escucha atenta de la Palabra de Dios, que resuena tanto en el silencio de la oración como en la plena atención a la realidad que nos rodea. Como también nos estimula la Virgen María a convertir la fe en servicio, la devoción en compromiso, la Iglesia en casa familiar para todos los hijos de Dios. Si ella fue concebida sin pecado original, no por ello le sería más fácil empeñar su vida entera en la plena realización de los planes de Dios, que suponían para la mujer de Nazaret e hija de Israel, para la esposa  de José y madre de Jesús, no pocos ni menos dolorosos sacrificios. Por eso, en este camino de conversión que es el Adviento, junto a la receptividad a la Palabra de Dios y a la realidad de nuestros hermanos, además del seguimiento de los testimonios de aquellos buenos creyentes y mejores servidores, nos quisiéramos comprometer a vivir el encuentro con Dios que María personificó en su maternidad del salvador y, como ella, estar siempre disponibles para servir, amar y socorrer al que nos necesita. Este es el programa para todo cristiano, y por ello, este debiera ser también el punto de partida para quienes quieren servir a la comunidad como pastores, predicadores y acompañantes de la fe sus hermanos.

Virgen concebida sin pecado original, ruega por las vocaciones al presbiterado, para que broten de las familias y las comunidades cristianas; para que se formen en consonancia con las exigencias de la evangelización en el mundo de hoy; para que maduren y se inserten con ánimo colegial en la Iglesia de Albacete y así la hagan más joven, más activa y más comprometida con los pobres.


DOMINGO 6 DE DICIEMBRE: II DE ADVIENTO (CICLO B)

 
Como los ríos van a la mar, la confesión de los pecados, la conversión, debe desembocar en un cambio integral de vida. Como esto nos parece harto difícil, nos vendrá muy bien escuchar y seguir el ejemplo de los testigos que lo han conseguido. Como parte del Adviento, busquemos esas pruebas vivientes de que es posible acometer las reformas personales que nos pongan a tono con la vocación cristiana, con el modelo de humanidad que es nuestro Señor Jesucristo.

LECTURAS

  •  Isaías (40,1-5.9-11)
  • Sal 84,9ab-10.11-12.13-14
  • II Pedro (3,8-14)
  • Marcos (1,1-8)

"Comienzo del Evangelio de Jesucristo..." Al principio, fue la esperanza, hija adelantada de la pobreza y la necesidad; partera de la justicia y de la solidaridad; patrimonio de los que no habitan en la seguridad y los beneficios a corto plazo. Al principio fue la esperanza de un pueblo y de cada alma hambrienta de que Dios mostrara su misericordia, de que se diera por cancelada su culpa y obtuviera el consuelo de su amor. Esa esperanza, como ocurre con todo lo que es arduo y laborioso, tiene sus antecedentes, sus precursores y primicias. Juan cumple su tarea: "algo tiene que ocurrir y para que ocurra, mucho hemos de cambiar todos". La conversión a la que invitaba Juan y a la que Jesús iniciará con su magisterio itinerante, es ya esperanza en movimiento. Las prendas de esa nueva vida (justicia, honradez, compasión y solidaridad) abren el portillo por el que la esperanza podrá ser realidad plena. La confesión de los pecados es el  preludio de la radical transformación de la persona, del profundo cambio de vida, sin los cuales, el reconocimiento de nuestras culpas se queda en algo estéril, el comienzo inacabado de lo que solo la plena renovación vital puede consumar. Bauticémonos en la esperanza de lo que, por el compromiso y nuestra vida renovada, ya ha empezado a ser realidad; y démosle tiempo y espacio para que cunda en nuestros ambientes de vida cotidiana para así transformar también el mundo que falta le hace.

En esos ríos de gente que se acercan al río de agua del Jordán en busca del Bautista y su predicación y bautismo de conversión, hay búsqueda, necesidad de una luz que oriente sus vidas y las transforme. La confesión de los pecados, más allá de un acto puntual, requiere un proceso de conversión del que forma parte el reconocimiento de lo que nos ha alejado de Dios, pero que debe ir más allá de la culpa y el remordimiento, hasta desembocar en una decisión trascendental: afrontar los cambios acordes con la nueva dirección que se quiere emprender. Nuestra confesión y propósito de enmienda debieran incluir también, para desencadenar esa reforma integral de nuestras personas, una no menos decidida disciplina espiritual: cómo y cuándo orar, hacia dónde dirigir nuestra meditación, con quienes acompañarla. Ese es el Bautismo con Espíritu Santo, el que pone al servicio del crecimiento espiritual los medios y las determinaciones que nos permitan renacer. La espiritualidad cristiana es así inseparable del resto de proyectos y compromisos que dan madurez a nuestra vocación de seguidores de Cristo. El compromiso más efectivo siempre será el que hunde sus raíces en lo más profundo y nutritivo de la dimensión de interioridad, contemplación y autoconocimiento que constituye nuestro ser más auténtico y fecundo, aquello que, según dijera Calderón de la Barca, “sólo es de Dios”.


LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: JUAN EL BAUTISTA


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DOMINGO 29 DE NOVIEMBRE: I DE ADVIENTO (CICLO B)

 
(Peter Zumthor, Museo Columba, Colonia, Alemania) Sobre una añeja construcción, con arcos ojivales que nos hablan de un pasado luminoso, pero pasado, la nueva construcción encuentra otras formas de abrirse a la luz, de combinar los materiales y de convertir lo heredado en respuetas funcionales para el presente sin perder lo que le da sentido: acoger al que llega y abrirse al mundo en el que está. Así, también la Iglesia.

LECTURAS

  • Lectura del libro de Isaías (63,16b-17.19b;64,2b-7)
  • Sal 79,2ac.3b.15-16.18-19
  • Corintios (1,3-9)
  • Marcos (13,33-37)

La esperanza no mira solo hacia el futuro, de hecho, para poder mantener la mirada abierta más allá del peso del presente y las incertidumbres de lo por venir, se requiere empezar por prestar atención a lo que ya pasó y no quitarle ojo a lo que te rodea: tener conciencia de dónde venimos y cómo hemos llegado hasta aquí. Tanto Isaías (Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia, jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él), como Pablo (En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús), hacen memoria y encuentran en los días pasados motivos de acción de gracias, que serán otras tantas razones para abrir los ojos y otear indicios de esperanza. Pero, también en el presente, por oscuro que pueda parecernos a veces, la esperanza puede encontrar alimento. Isaías reconoció la acción de Dios en su tiempo no menos aciago que el nuestro (Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos) y Pablo también supo leer en la realidad de sus comunidades, tan frágiles y ambivalentes como las nuestras, el paso liberador de Dios: De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.

El breve, conciso y esencial evangelio de Marcos, a pesar de que es muy realista, casi hasta el extremo, hace que Jesús vaya pespunteando con todos sus pasos y sus andanzas, un recorrido único y decisivo, que solo podemos verlo con una mirada profunda, que ve más allá de la inmediatez. Por eso, aunque no se engañe el maestro de Nazaret con la debilidad de sus discípulos, ni con la volatilidad del aplauso de las masas, ni siquiera con la gratitud de los beneficiados por su acción sanadora, practica Él y nos invita a practicar a todos una prospección de los hechos, para ver tras sus aparentes durezas y fracasos un sentido que los trasciende y eleva.

En esta hora difícil para la evangelización, con una Iglesia tentada de dar respuestas que ya resultaron antaño estériles, es más necesaria, si cabe, esa visión que anticipa lo imposible porque atiende, con suma responsabilidad, a lo que vivimos aquí y ahora, a esta sociedad y no a la España del siglo XVI o de los años cuarenta, cuando se impuso un cristianismo triunfal pero no triunfante, pues haciendo caso omiso a la realidad, difícilmente se vencen las dificultades ni se labra un futuro. Así pues, la vigilancia que el Señor nos recomienda deberá mirar con tanta atención hacia nuestra biografía pasada e irrepetible, como tener en cuenta esta hora presente que nos pertenece y en la que Dios nos sigue moldeando. Solo así, lograremos vislumbrar, a pesar de oscuras brumas, al dueño y señor de todas nuestras estancias.