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DOMINGO 8 DE DICIEMBRE: LA PURÍSIMA, II DE ADVIENTO (CICLO C)

 

50 ANIVERSARIO DE LA PARROQUIA:

JUEVES 12 DE DICIEMBRE, 20H.

LUIS GUILLERMO GARCÍA - SAÚCO:
"EL RETABLO MARCO DE ARTE Y DE ENSEÑANZA: 
EL RETABLO DE SANTO DOMINGO DE GUZMÁN"

LECTURAS

  • Génesis 3, 9-15. 20
  • Salmo 97, 1-4: R/.Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
  • Filipenses 1, 4-6. 8-11
  • Lucas 1, 26-38

"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo" y con María, se alegró toda la humanidad, pues el Dios que estaba con ella era el que por ella, en cumplimiento de la fidelidad intergeneracional que ella representaba, Dios estaría con todos nosotros en la persona y la misión salvadora de Jesucristo, su Hijo, nuestro hermano y modelo de humanidad. Sí que es motivo de alegría que Dios nos visite, nos habite y nos transforme. Y la alegría de María es nuestra alegría, por eso la llamamos "causa de nuestra alegría", porque su disponibilidad para con Dios nos permite creer en las promesas, confiar en quien nos las hizo y sentir gratitud por los que colaboraron para que la plenitud fuera realidad en el Hijo de Dios. Esta alegría no es pasajera, no depende del estado de ánimo, ni siquiera de que las cosas vayan bien o mal, sino que es la expresión de que la vida tiene sentido, la historia tiene una meta y la humanidad un valedor que está por nosotros hasta el fin de los tiempos. 

Por esa alegría, con esa confianza, nos comprometemos a trabajar por que nuestro tiempo pueda también experimentar que en Cristo hay vida, sentido y fuerza para crecer en humanidad, para aspirar a la paz y la fraternidad.


LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA: ABRIR CAMINOS A DIOS

COMENTARIO AUDIOVISUAL DE VERBO DIVINO

HOJA DOMINICAL DIOCESANA



DOMINGO 8 DE SEPTIEMBRE: XXIII DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO B). VIRGEN DE LOS LLANOS


El 8 de septiembre, la Iglesia celebra la Natividad de la Virgen María y en Albacete esa conmemoracion tiene nombre propio, devoción arraigada y tradición que une fe y fiesta, religiosidad y fiesta popular: la Virgen de los Llanos, patrona de la ciudad y la diócesis de Albacete. A la madre del Salvador encomendamos nuestras ofrendas de cada día, amargas o alegres, pero siempre puras y sinceras. Y con la advocación de Nuestra Señora la Virgen de los Llanos, nos vinculamos con más amor y gratitud a su Hijo y al Evangelio que predicó. Por la intercesión de la Virgen de los Llanos pedimos para la Iglesia local de Albacete que el nuevo obispo que está por nombrar, cuente con su bendición para bien de nuestra propia tarea evangelizadora en estas tierras que la alaban de corazón.

LECTURAS

  • Isaías 35, 4-7a
  • Sal. 145, 7. 8-9a. 9bc-10 R/. Alaba, alma mía, al Señor
  • Santiago 2, 1-5
  • Marcos 7, 31-37

Aquél hombre que se benefició de la fuerza curativa de Jesús y del sentido misericordioso que la animaba, no podía callar lo que había vivido, porque le había cambiado la vida y a mejor, porque le habían hecho caso y para vivir mejor. Los que seguimos a Jesús debemos contar en nuestro haber con otras tantas experiencias de su amor sanador y su presencia revitalizadora, de su palabra que ilumina el sentido de lo que somos y su llamada que nos da una misión con la que dotar de contenido y esperanza nuestros días y nuestros años. Y si es así, si también nosotros como aquella persona curada, hemos vivido la fuerza, la paz y la misericordia que Jesús transmite, ¿a qué esperamos para comuniarlo?, o ¿por que no lo comunicamos con mayor convicción y credibilidad? Es hora de hacer recuento agradecido de lo que ha supuesto para nosotros creer en Jesucristo y sólo así será también oportuno anunciarlo con palabras y obras, coon la eficacia de quien da lo que tiene y comunica lo que ha vivido y, más aún, lo que nos hace vivir de verdad.

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA: ESCUCHAR PARA SER

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA: SALIR DEL AISLAMIENTO


COMENTARIO AUDIO VISUAL DE VERBO DIVINO: DECISIONES

15 DE AGOSTO: LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

 

Desde los comienzos del arte cristiano, en todos los periodos y estilos, una de sus finalidadades ha sido la catequética, transmitir de manera estética, a través de los sentidos, los misterios de la fe. Otra finalidad ha sido espiritual, en un sentido emocional: expresar los sentimientos que lleva aparejados esa fe. En este caso, portada vandelviresca de la parroquia de la Asunción de Yeste (s. XVI) al misterio de la fe que afirma el triunfo celestial, valga decir, trascendente, de la fe y disponibilidad de María, coronada como reina del cielo, le acompaña una reflexión eclesial: esa victoria de la Virgen, reconocida por el mismísimo Padre eterno, culmina el eficio de la fe (la Iglesia en cuanto comunidad de vida) sostenido por las columnas del testimonio apostólico (Pedro y Pablo) y construida a lo largo de la historia como una peregrinación (Santiago) mística (también aparece el teólogo por antonomasia, san Juan) alimentada por la perseverancia ética de las virtudes (están las alegorías de dos teologales: la fe y la esperanza). Esa es la catequesis, pero, ¿y los sentimientos, las emociones que transmite su espiritualidad? Pues, por lo menos, el de confianza en la Iglesia que logra tal fruto de la consumación de lo humano en la madre del salvador, a pesar de nuestra debilidad y las incoherencias de los que formamos la Iglesia; pero también sugiere la motivación o inspiración que eleva la mirada y el corazón para sentirnos atraídos por la meta mayor.

LECTURAS

  • Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab
  • Salmo 44, 10. 11-12. 16 R/. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir
  • I Corintios 15, 20-27a
  • Lucas 1, 39-56
Aunque el Evangelio de la fiesta de la Asunción de la Virgen María nos lleva a la historia y cotidianidad de los orígenes de Jesús, de la vocación de su madre, de la complicidad entre las mujeres para compartir el gozo y la responsabilidad de la vida, el tono del resto de la liturgia de la palabra de esta solemnidad es escatológico, universal, definitivo: la victoria de la fe y su perseverancia frente a los poderes de este mundo, la resurrección de Cristo como primicia de la eternidad que Dios quiere compartir con nosotros. Y como gozne entre la intrahistoria (la historia cotidiana) de la Virgen María que nos cuenta Lucas y el trasfondo celestial y de trascendencia de Pablo y el Apocalipsis, el salmo nos sitúa en un plano emocional, afectivo y, tal vez, el más efectivo: el del amor y su expresión conyugal. 
Quiere la Iglesia que, al celebrar el encumbramiento celestial de la Virgen María, no olvidemos la humilde, pero no por ello menor, grandeza de la gesta cotidiana de creer y amar. Con el pie puesto en la tierra del camino que todo creyente transita por la historia de este mundo, podremos aspirar a los bienes prometidos, de los que la Virgen, por derecho propio, es primicia y modelo. Pero, la única manera de vivir este movimiento que asciende del suelo pesado de lo material y temporal, al cielo que todo lo recoge y eleva, es amar, apasionadamente, como unos enamorados, de Dios, de la vida y de cada hermano, sobre todo aquellos que en su pequeñez y desvalimiento, mejor pueden expresar la afirmación de la Virgen de la Asunción, que Dios "enaltece a los humildes y a los hambrientos los colma de bienes"



1 DE ENERO: SANTA MARÍA MADRE DE DIOS. 57 JORNADA MUNDIAL POR LA PAZ


PAPA FRANCISCO. MENSAJE PARA LA 57 JORNADA MUNDIAL POR LA PAZ

Resumen del mensaje (Justicia y Paz)

LECTURAS

  • Números 6, 22-27
  • Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8 R/. Que Dios tenga piedad y nos bendiga
  • Gálatas 4, 4-7
  • Lucas 2, 16-21
El día primero del año, que es a los ocho días de la Navidad y, por tanto, el día de la circuncisión e imposición del nombre de Jesús, la Iglesia celebra también un día de alabanza a Dios por Santa María Madre de Dios y de oración por la paz. Alabamos e imploramos, agradecemos el don de la vida generosa de la Virgen María y suplicamos la sabiduría divina que nos ayude a caminar los senderos de la paz, amenazada, incluso, por el desarrollo positivo pero necesitado de supervisión de la Inteligencia Artificial.
Y entre alabanzas y súplicas, como los pastores que reconocieron a Jesús, quisiéramos comunicar al mundo lo que hemos encontrado en Jesús de Nazaret. Al igual que los oyentes del anuncio de los pastores necesitamos admirar con todas nuestras capacidades el misterio de la divinidad humanizada para que la humanidad no se deshumanice. Y con la madre de Jesús, quisiéramos guardar en nuestro corazón todas aquellas razones y sentimientos por los que admiramos a Jesús: su fidelidad al Padre, su entrega a los pobres y los que sufren, su decidida apuesta por el pleno desarrollo de nuestra condición de hijos de Dios y hermanos.
Con la bendición en el nombre bendito de Jesús, feliz año nuevo.

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

INMACULADA CONCEPCIÓN, LA PURÍSIMA

 
El proyecto de Dios sale adelante porque hay personas que se identifican con él, que lo hacen suyo y se entregan de alma y cuerpo al deseo divino de hacernos llegar su amor, de dársenos como sólo se nos dan los que nos aman de forma incondicional, gratuita e imperecedera. Esas personas, amigas de Dios y servidoras de su voluntad, se convierten para nosotros en cauce de la gracia que salva, en mensajeras de la palabra que da vida, que perdona y restaura nuestra naturaleza caída. Y por su fidelidad y perseverancia, al cumplir su misión posibilitan que nosotros cumplamos la nuestra. Así fue María, la Virgen santísima para con toda la humanidad al facilitar, generosa y creyente, que Cristo nos guiara hasta la plena comunión con Dios, que también es la máxima cota de humanidad a la que podemos aspirar. 
¿Cómo no la íbamos a ensalzar y venerar? Y así lo hacemos, desde su Inmaculada Concepción hasta su Asución al cielo.

LECTURAS

  • Génesis 3, 9-15. 20
  • Sal 97, 1-4: Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
  • Efesios 1, 3-6. 11-12.
  • Lucas 1, 26-38

No nombra san Pablo ni una sola vez a María, la Virgen madre de Jesús. Tampoco nos da muchos datos biográficos del que para él es el salvador, el Hijo de Dios. Y es que, para el apóstol de la fe y la gracia, lo que cuenta es quién es Jesús para él, qué significa para el destino de toda persona, para la salvación de toda la humanidad. Es, pues, el proyecto universal de Dios, realizado en Jesucristo su hijo, lo que marca la diferencia, la gloria y la decisión que se juega en la aceptación de la verdad del Evangelio de la cruz y la resurrección del Señor. Por eso, aunque no menciona a la Virgen María, ni nos brinda el corpus paulino, citas y episodios de la vida de Jesús (salvo la última cena, la cruz y la resurrección) podemos reconocer en la radicalidad del credo paulino, la base y el marco de nuestra veneración por la que hizo posible la historia salvadora llevada a cabo por Jesús, el proyecto divino de vida y comunión con Dios, la oferta de una nueva humanidad liberada del pecado, la ley y la muerte. 

Tal vez por eso, Lucas, que fue compañero del apóstol de los gentiles, y que es el principal cronista del papel de Santa María en la historia de Jesús y de la salvación, señala en el texto de la Anunciación, así como en el del Magnificat, que el valor trascendente y significativo del sí de María a Dios es su complicidad y abnegada colaboración con el diseño divino de una plena restauración de nuestra filiación, de nuestra condición de hijos de Dios. Lejos de suponer la ignorancia o minusvaloración de la Virgen María, Pablo, con su afirmación tajante de que Dios nos ha salvado en Jesucristo, ha puesto el cimiento fundante del reconocimiento cristiano de la figura de la madre de Jesús como hito fundamental de lo que realmente importa: que Dios nos ha asociado con Él a través de su Hijo, realidad de la que Nuestra Señora forma parte intrínseca e ineludible, por eso es "llena de gracia", ya que si "el Señor está contigo" es porque ella, María, está totalmente de parte del Señor. 

Y es con esta fuerza y gratitud que encierra la íntima participación de la Virgen María en el designio divino realizado en Cristo, lo que hoy y en todas las fiestas marianas celebramos con profunda alegría, la que genera el fruto bendito de su vientre, Jesús.



15 DE AGOSTO: LA ASUNCIÓN DE MARÍA


La fachada vandelviresca de la Asunción de Yeste puede servir de catequesis sobre esta verdad de fe que es el triunfo celestial de la Virgen María. Sostenida por los pilares de la Iglesia, por san Pedro y San Pablo, es decir, por la fe de la Iglesia que la que afirma que María asciende porque supo servir, está el misterio de la asunción de María al cielo, flanqueada por la alegoría de la fe y la imagen de Santiago peregrino, para que no se nos olvide que esto de la Asunción no es una noticia periodística, ni un hecho de la historia científica, sino una afirmación que nace de ese peregrinaje por la historia que hace todo el Pueblo de Dios. Pero, por encima de todo, llamando hacía sí y coronando a la que supo ser esclava del Señor, Dios Padre es quien da  la fe su respuesta, a la peregrinación su meta y a la Virgen María su excelso lugar en la devoción del pueblo fiel, que por estas puertas y su enseñanza creyente pasaba a celebrar que la victorira de Maria, por nuestra fe en Jesucristo, será un día la de toda la humanidad.

LECTURAS

  • Apocalipsis (11,19a;12,1.3-6a.10ab)
  • Sal 44,10bc.11-12ab.16
  • I Corintios (15,20-27a)
  • Lucas (1,39-56)

La fe anticipa lo que los ojos no ven, ni la razón acaba de creer: la elevación sobre toda la miseria y las aparentes glorias de la tierra de la mujer creyente, servicial y misionera, de la Virgen María, madre de Jesús, madre de Dios. Por la fe, lo que parece imposible a nuetros ojos alcanza su más rotunda realidad. Porque ¿qué es más difícil de creer, que los soberbios y poderosos serán derribados y los humildes levantados y enaltecidos o que la Virgen fue elevada a lo más alto de la creación? Pues para que creamos el proyecto de Dios, proyecto de fraternidad que nos devuelve nuestra naturaleza entrañable de hijos y hermanos que ni se matan ni son indiferentes al sufrimiento de los que son también de su propia carne... María, pobre y sencilla, cumplidora y dispuesta, madre y discípula, como prenda de lo que será un día fruto de eternidad, vence a la muerte con el resucitado, adelanta al tiempo con el Espíritu y logra la plenitud que sólo el Padre puede darnos. Atravesemos la puerta de la fe, ascendamos con María, trabajemos por una humanidad pacífica, reonciliada y fraternal.

15 DE AGOSTO: ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

 
Este año hemos celebrado el Jubileo del VIII Centenario de la Virgen de Cortes. Es otra muestra, en nuetro caso, muy señalada, de la devoción del pueblo cristiano hacia la madre de Jesucristo. Con esta devoción, anclada de manera central en el misterio de la humanidad de Jesús y relacionada por la fe, con su divinidad, los cristianos pueden relacionar la vida y la misión salvadora de su Señor, con sus propias vidas y trayectorias personales, con sus propias glorias y miserias. La manternidad de María, su condición de mujer y creyente, de judía y maestra de Jesús de Nazaret, son otros tantos hitos de la historia y de la fe que vinculan el itinerario de cada discípulo de Cristo con el de la Virgen María, cuya Asunción al cielo de la gloria y la plenitud celebramos hoy.

LECTURAS

  • Apocalipsis (11,19a;12,1.3-6a.10ab)
  • Sal 44,10bc.11-12ab.16
  • Corintios (15,20-27a)
  • Lucas (1,39-56)

El evangelio de Lucas, el evangelio mariano por excelencia, por ser el evangelio que busca las raíces históricas de Jesús, pone a la Virgen María en relación con la tradición profética. El Magnificat es la expresión de alabanza y confianza en la acción liberadora de Dios. Se trata de una apuesta -la de Dios- para recomponer lo que la ambición y la avaricia han destruido: la dignidad de todos los seres huanos, la profunda fraternidad que, más allá de la igualdad y el respeto, nos lleva a la compasión y mutuo reconocimiento de los que son hermanos. Por eso hay que nivelar, deshacer entuertos que generan opresión y tender la mano para los que se han llevado la peor parte de este perverso estado de la convivencia social. 

María, creyente y orante, ve su maternidad y la vida de su Hijo, dentro de esa historia de salvación y liberación que Dios lleva a cabo, ahora, con su propia participación como madre del Salvador y primera discípula del Buen Pastor, con el que Dios ha querido llevar a la máxima cercanía su voluntad de vida para toda la humanidad. La Asunción, junto con la Inmaculada Concepción, es la fórmula, la imagen y el ideal, con los que la Iglesia reconoce esta participación de la Virgen María en la acción de Dios. Pero, también significa una proyección universal y humanizadora de dicha acción sobre todos los hombre y mujeres que la acogen y, como María, serviciales y confiados, se entregan a ella. Con toda la Iglesia y, especialmente, con los que puden identificarse mejor con los que Dios eleva, sana y recupera, con los pobres, oprimidos y marginados, alabamos a la Madre de Dios Hijo.

MAGNIFICAT


ORACIÓN DEL AÑO JUBILAR DE LA VIRGEN DE CORTES (ALCARAZ)



DOMINGO 15 DE AGOSTO: ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

 

El Magnificat que Lucas pone en labios de María expresa la más sentida gratitud al Dios que se apiada con misericordia de los más necesitados de ayuda. Así, María interpreta el nacimiento de Jesucristo, su hijo e Hijo de Dios, como una acción de salvamento dirigida a una humanidad que naufraga cuando se olvida de su condición de criatura y su vocación de fraternidad.

LECTURAS

  • Ap 11, 19a; 12, 1-6a. 10ab. 
  • Sal 44.
  • 1 Cor 15, 20-27a.
  • Lc 1, 39-56. 

La celebración de la Asunción de la Virgen María al cielo significa la afirmación por parte de la Iglesia de que la generosidad, entrega y humildad de María triunfan sobre el egoismo, la indiferencia y la soberbia. La participación libre y voluntaria de la Virgen a través de su maternidad de Cristo en los planes salvadores de Dios la encumbra por encima de otras formas de entender la vida, de una existencia empequeñecida por la "autorreferencialidad" (mirarse solo a uno mismo, mirar solo por uno mismo) y endurecida hasta perder las entrañas de compasión. Cuanto más alto sube María, más debieran interesarnos los valores evangélicos de la caridad y el perdón, la mutua solidaridad y el común destino. Vayan, pues, con nuestras alabanzas a Dios por la mujer que representó a la humanidad en la encarnación del Verbo divino, el sincero compromiso por hacer nuestras las virtudes que más nos humanizan porque más nos acercan a Dios.

LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: LA MADRE NOS INDICA EL CAMINO

DOMINGO 30 DE MAYO: SANTÍSIMA TRINIDAD

 

LECTURAS

  • Dt 4,32-34.39-40
  • Salmo 32
  • Rm 8,14-17
  • Mt 28,16-20

Cuando Cristo compartió con nosotros su íntima comunión con Dios nos ayudó a descubrir y experimentar que Dios es relación, diálogo, implicación e interdependencia. Más allá de las elucubraciones filosóficas y teológicas, sentimos a Dios como una conversación amistosa, una entrañable comunicación que nos incluye y nos acoge. No un algo, sino alguien muy cercano y conocido; no un ser, sino un rostro, un tú en mutua reciprocidad con nuestra toma de conciencia de quienes somos y por qué no podemos limitarnos a la individualidad cerrada sobre sí misma. Y por eso oramos, y por eso lo que creemos es en el amor y es la solidaridad donde mejor se expresa y alimenta.

El día en el que como Iglesia proclamos lo que todos los días susurramos al santiguarnos, "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo", es también la jornada en la que damos gracias por las vidas de nuestros hermanos y hermanas contemplativas. Al tiempo que, por nuestra parte, nos comprometemos a cuidar más y ser más constantes en nuestra vida orante. "Tratar de amistad con quien bien nos quiere", decía Santa Teresa que era la oración. Y es en ese trato donde nos conocemos mejor, discernimos lo esencial para anteponerlo a tantas cosas secundarias, y comprendemos meridianamente cuál es nuestra misión. Merece la pena que esta conversación no se apague, porque en ello nos va la más honda identidad de quienes somos.

LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: CONTEMPLATIVOS EN LA ACCIÓN


HOJA DOMINICAL DIOCESANA

8 DE DICIEMBRE: INMACULADA CONCEPCIÓN. DÍA DEL SEMINARIO

 

Este año, por la pandemia, el Día del Seminario se ha trasladado a la fiesta de la Inmaculada. A la virgen y madre le encomendamos que el Espíritu Santo suscite vocaciones sacerdotales, de "pastores misioneros". Y, por su ejemplo, rogamos que tanto los futuros curas como los actuales, aprendamos a escuchar la Palabra, estar siempre disponibles al servicio del santo Pueblo de Dios y encarnar en la vida de nuestros pueblos y barrios su modelo evangelizador, basado en la plena identificación con el proyecto del Reino de Dios, que es vida en abundancia para todos.

LECTURAS

  • Génesis 3, 9-15. 20
  • Salmo 97, 1. 2-3ab. 3c-4
  • Efesios 1, 3-6. 11-12
  • Lucas 1, 26-38

DÍA DEL SEMINARIO

Dentro del itinerario de Adviento, la festividad de la Purísima, la Inmaculada Concepción, nos invita a ver en María la actitud de escucha atenta de la Palabra de Dios, que resuena tanto en el silencio de la oración como en la plena atención a la realidad que nos rodea. Como también nos estimula la Virgen María a convertir la fe en servicio, la devoción en compromiso, la Iglesia en casa familiar para todos los hijos de Dios. Si ella fue concebida sin pecado original, no por ello le sería más fácil empeñar su vida entera en la plena realización de los planes de Dios, que suponían para la mujer de Nazaret e hija de Israel, para la esposa  de José y madre de Jesús, no pocos ni menos dolorosos sacrificios. Por eso, en este camino de conversión que es el Adviento, junto a la receptividad a la Palabra de Dios y a la realidad de nuestros hermanos, además del seguimiento de los testimonios de aquellos buenos creyentes y mejores servidores, nos quisiéramos comprometer a vivir el encuentro con Dios que María personificó en su maternidad del salvador y, como ella, estar siempre disponibles para servir, amar y socorrer al que nos necesita. Este es el programa para todo cristiano, y por ello, este debiera ser también el punto de partida para quienes quieren servir a la comunidad como pastores, predicadores y acompañantes de la fe sus hermanos.

Virgen concebida sin pecado original, ruega por las vocaciones al presbiterado, para que broten de las familias y las comunidades cristianas; para que se formen en consonancia con las exigencias de la evangelización en el mundo de hoy; para que maduren y se inserten con ánimo colegial en la Iglesia de Albacete y así la hagan más joven, más activa y más comprometida con los pobres.


8 de Septiembre. Virgen de los Llanos

 

Aunque sea sin feria por la pandemia COVID 19, no por ello dejaremos de celebrar el 8 de septiembre la Natividad de la Virgen María y la fiesta de la Virgen de los Llanos, patrona de la ciudad y diócesis de Albacete. Compartimos una preciosa reflexión de Naim, vicario parroquial de Las Angustias y San Felipe Neri, y párroco de Santa Ana.

El Nacimiento de la Virgen o Natividad de María y dulce Nombre de María

D. Naim Shoshandy, Sacerdote de Iraq; párroco de Santa Ana y vicario parroquial de Nuestra Señora de las Angustias y San Felipe Neri.

Hoy felicitamos a la Virgen por su cumpleaños. La Iglesia nos invita a hacerlo en el Oficio divino y recuerda el día del nacimiento de la Virgen María cada 8 de septiembre. El Evangelio no nos da datos del nacimiento de María, pero hay varias tradiciones. Algunas, considerando a María descendiente de David, señalan su nacimiento en Belén. Otra corriente griega y armenia, señala Nazaret como cuna de María. María nacida de Joaquín y Ana, que habían vivido unos veinte años sin tener hijos. Y cuando ya habían perdido su esperanza de tener hijos Dios les llena de Gracia con el nacimiento de dar a Luz a la que será Madre del Mesías. 
La celebración de la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, tuvo su origen a finales del S. V en Jerusalén. Como tal fiesta es conocida en Oriente desde el siglo VI. Fijada el 8 de septiembre, día con el que se abre el año litúrgico bizantino, que se cierra con la Dormición, el 15 de agosto. En Occidente fue introducida hacia el siglo VII, con el Papa San Sergio (687-701 d.C.) que estableció para Roma cuatro fiestas en honor de Nuestra Señora: la Anunciación, la Asunción, la Natividad y la Purificación. Se celebraba en Roma con una procesión-letanía, que terminaba en la Basílica de Santa María la Mayor. En el rito sirio también se celebra el 8 de septiembre, mientras que en el copto es el 7. 
El nacimiento de la Virgen María tuvo privilegios únicos. Ella vino al mundo sin pecado original. María, la elegida para ser Madre de Dios, era pura, santa, con todas las gracias más preciosas. Tenía la gracia santificante, desde su concepción. Después del pecado original de Adán y Eva, Dios había prometido enviar al mundo a otra mujer cuya descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente. Al nacer la Virgen María comenzó a cumplirse la promesa. La vida de la Virgen María nos enseña a alabar a Dios por las gracias que le otorgó y por las bendiciones que por Ella derramó sobre el mundo. Podemos encomendar nuestras necesidades a Ella. 
La Virgen María fue la primera y la mejor discípula de Jesús. Siempre unida a su Hijo y a su misión, estuvo presente en todos los momentos más difíciles de su vida y, particularmente en el doloroso camino hacia la Cruz. Tenemos a la Virgen María como verdadera Madre que cuida de nosotros desde el cielo. Ella guía nuestras personas para que vivamos la vida como verdaderos cristianos y para ser capaces de llevar la Palabra y el amor de Dios a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. La Virgen María, Nuestra Señora de Los Llanos, como buena madre, nos congrega hoy a todos en el día grande de su fiesta. 
Para los cristianos, para nosotros, como para todos, la virgen María tiene un sitio en dentro de nuestro corazón. Es madre de los niños, de los enfermos, de los jóvenes, de los hombres y mujeres que tenemos fe en ella y está con nosotros en cada momento: no estamos solos, ella está dentro de nosotros y nos acompaña todo el camino de la vida, porque ella es una madre de verdad que cuida de sus hijos. 
Hasta que nació María, la tierra estuvo a oscuras, envuelta en las tinieblas del pecado. Con su nacimiento surgió en el mundo la aurora de la salvación, como un presagio de la proximidad del día que ya es Jesucristo. Así lo reconoce la Iglesia en la fiesta de la Natividad de Nuestra Señora: “por tu nacimiento, Virgen Madre de Dios, anunciaste la alegría a todo el mundo: de ti nació el Sol de justicia, Cristo, Dios nuestro” (Oficio de Laudes). Nació en medio de un profundo silencio. Dicen que en otoño, cuando los campos duermen. Ninguno de sus contemporáneos cayó en la cuenta de lo que estaba sucediendo. Dormía la tierra. En el nacimiento de la Virgen María apunta ya la luz del nuevo día, del tiempo nuevo, que traerá el nuevo Sol, Cristo Jesús, que nace de lo alto para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Esta es una fiesta de alegría y esperanza que debe proyectar su luz para nuestra renovación personal, eclesial y social. 
En la fiesta de la Natividad de María, mirando a Nuestra Señora, meditamos en el misterio de nuestra vida, en la singularidad de nuestra persona. Nos dejamos invitar por esta fiesta para reflexionar sobre nuestro nacimiento. ¿Cómo estábamos cuando nacimos, cuando todavía teníamos toda nuestra vida por delante, cuando aún no estábamos marcados por las expectativas de nuestros padres? ¿Qué le deseamos a ese recién nacido que éramos entonces? Como hijos de Dios que también somos todos portamos un don, un propósito, ¿cuál es el nuestro? 
Cuatro días después de la Natividad de María, será la fiesta del Dulce Nombre de María. Pensamos sobre nuestro nombre. El nombre de María, en arameo Miriam, tiene tres significados etimológicos: doncella, señora y princesa. La Santísima Virgen, que permaneciendo doncella concibió a Nuestro Señor por gracia del Espíritu Santo es también Nuestra Señora, y Señora del Universo; y es también princesa, por ser descendiente de la estirpe del rey David. Pero, el significado del nombre de María no puede reducirse a una sola interpretación. En total hay sesenta, que van desde «la amada por Dios» a «Señora», «bella» y «estrella del mar». Esta incertidumbre sobre el verdadero significado del nombre de María nos recuerda el misterio de nuestro nombre. Cada uno de nosotros ha sido llamado por Dios por su nombre. 
Estas dos fiestas nos recuerdan el misterio de nuestra persona única. Nacimos de Dios y él mismo nos ha llamado por nuestro nombre; somos queridos, llamados por nuestro nombre. En nuestro nombre se condensa todo el amor que la gente nos ha dado con él. Por lo tanto, en nuestro nombre, nos sentimos amados y queridos como personas únicas. Celebrando a María, también siempre nos celebramos a nosotros mismos. Las fiestas marianas son fiestas llenas de optimismo y alegres. Nos deleitamos en el misterio de nuestra humanidad y de nuestra redención, nos relacionamos alegremente con nosotros mismos, buscamos imágenes siempre nuevas para expresar el misterio de nuestra vida. 

La Asunción

 

Jesús es el centro, María su trono. Escoltada y agasajada por los espíritus que simbolizan el continuo ir y venir de Dios a la humanidad, como lo hizo aquél mensajero que anunció a María la invitación para colaborar con el plan de salvación. Ensalzándola también nosotros, nos comprometemos con ella a decir sí a la misión que se nos encomiende, seguros de que en nuestra humildad, Dios se complacerá y a pesar, o precisamente por nuestra pequeñez, hará cosas grandes con y para nosotros.

LECTURAS

  • Apocalipsis (11,19a;12,1.3-6a.10ab)
  • Sal 44,10bc.11-12ab.16
  • I Corintios (15,20-27a)
  • Lucas (1,39-56)

El triunfo de la Virgen María que proclama el dogma de su Asunción al cielo, viene a corroborar las mismas palabra que Lucas pone en boca de la futura madre de Jesús: "Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí". Porque ella representa a los humildes, los pobres, los hambrientos; en ella se verifica la preferencia de Dios por los pequeños y su deseo de que no sean la fuerza ni la riquezas los valores que prevalezcan. Pero lo que Dios ha realizado en la virgen de Nazaret, desposada con José, no se debe solo a la gracia divina, pues como todas las mujeres que han conseguido sacudirse el ocultamiento y la postergación, María ha puesto también de su parte, no menor parte, su libertad, disponibilidad y generosidad. De este modo, el encumbramiento que la Iglesia reconoce a la Virgen asunta al cielo se corresponde con la necesidad de elevar el lugar y la participación de las mujeres en la Iglesia, pues ellas, durante siglos, ya han puesto también de su parte el trabajo, la entrega y el servicio para que las comunidades cristianas tengan las puertas abiertas y alberguen vida dentro de ellas. 

No por un interés oportunista, ni por una moda pasajera, la reivindicación del protagonismo de la mujer en la Iglesia con motivo de la Asunción de la Virgen santísima hace justicia, la que proclama el Magnificat, al Dios que quiere poner las cosas en su sitio y sacar de la nada a las personas que a ella han sido relegadas. Todos los piropos, incluidos los de la letanía del rosario, serían letra muerta si no hiciéramos de nuestra devoción a la Reina de los cielos la ocasión propicia para llevar a cabo esta rehabilitación y reconocimiento de la feminidad y de las mujeres como parte trascendental de la Iglesia, la evangelización y la vida cristiana.

El próximo curso, según lo propuso el obispo, y como preparación del año jubilar por el 800 aniversario de la Virgen de Cortes, la pastoral diocesana tendrá como eje motivador la figura de la Virgen y su papel en la historia de la salvación. Valga esta celebración de la Asunción como preámbulo en el que a las alabanzas por la Virgen Madre sumamos el compromiso por una Iglesia menos machista y clerical, más sinodal y misionera.