DOMINGO 27 DE NOVIEMBRE: I DE ADVIENTO (CICLO A)

 

La vigilancia, atenta, servicial y constante, permite avizorar el alba, descubrir los signos de la novedad, aguardar para acoger al que llega. El Adviento quiere ayudar a los cristianos a despertar los sentidos espirituales y las actitudes de conversión con vistas a reconocer y hospedar la humanidad nueva que Dios nos brinda en su hijo Jesús de Nazaret.

LECTURAS

  • Isaías 2,1-5
  • Sal 121, 1-2. 3-4a. 4b-5. 6-7. 8-9
  • Romanos 13,11-14
  • San Mateo 24,37-44

Frente al efecto adormecedor del paso del tiempo, contra el entumecimiento de nuestas aptitudes por la rutina y la pereza para cambiar, el Adviento nos ayuda a entrenar nuestra sesibilidad espiritual. Solo si andamos por la vida despiertos y atentos, estaremos en condiciones de percibir el paso de Dios. Para descubrir en la humildad de nuestra carne la grandeza del amor encarnado de humanidad, es preciso abrir los ojos, ponerse en pie, recuperar la movilidad y flexibilidad de nuestos criterios, opciones y propósitos. Este estado del alma y de toda nuestra persona, requiere un entrenamiento constante que, ahora en Adviento, podemos intensificar o empezarlo si no estamos todavía en ello. La lectura de la Palabra de Dios, la oración en silencio, la contemplación de los hechos y rostros que nos acaompañan, el contacto con la naturaleza, la conversación con los hermanos de fe, las celebraciones de la Eucaristía y la Penitencia... pueden servirnos de medios para alcanzar esa disposición de vigilancia y receptividad. Despertemos que ya amaneció.

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA



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