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DOMINGO 12 DE NOVIEMBRE: XXXII DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO A) DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA

¿Por qué no? orgullosos de nuestra fe. No superiores, ni mejores, pero sí orgullosos de lo que nos aporta el Dios de Jesucristo, de lo que no han aportado con su testimonio y entrega tantos hermanos nuestros de la Iglesia. Sí, estamos orgullosos de formar parte de una comunidad que se sabe al servicio de la humanidad, especialmente de la sufriente. Orgullosos sin prepotencia, ni clasismo de ningún tipo, porque sabemos que tenemos muchos defectos, pero también que el Espíritu nos empuja a superarnos y aspirar a la máxima coherencia. Orgullosos por gratitud y responsabilidad, con humildad e ilusión por la misión del Evangelio. Y orgullosos de nuestra Iglesia diocesana de Albacete, de su historia y su presente, de su conexión con la sociedad albaceteña, con sus pueblos y su gente. Esta es nuestra identidad, estos son nuestros motivos para vivir con orgullo la pertenencia a la Iglesia Católica.

DOMUND 2023: Gracias por vuestra aportación: 2000€

LECTURAS

  • Sabiduría (6,12-16)
  • Sal 62,2.3-4.5-6.7-8: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío
  • Tesalonicenses (4,13-17)
  • Mateo (25,1-13)

No sabemos el día ni la hora porque cualquier día y a cualquier hora pasa el Señor por nuestra puerta, porque en todo tiempo recibimos de parte de Dios la invitación a participar de ese banquete universal que es su propuesta de fraternidad. Siempre es momento propicio para reconocer la llamada del Señor y reconocerle en el prójimo, especialmente en el que más débil o necesitado se encuentra, en el que más requiere de nuestra atención y solicitud. Por eso velaremos de día y de noche, en la calle y en el trabajo, en la Iglesia y fuera de ella, para estar dispuestos a servir y socorrer al hermano. Porque esa es la gran sabiduría que nos ofrece el Evangelio, que nos enseña el maestro de misericordia y solidaridad permanentes, el Maestro de Nazaret. Lo necio sería estar a otra cosa, a lo nuestro desconectados de los lazos que nos hermanan, de la responsabilidad que tenemos con el prójimo. Y sería necio el egoísmo y el aislamiento, porque nos impediría vivir la gran baza de la compasión que nos humaniza y nos salva de ahogarnos en nosotros mismos. Velaremos y tendremos las lámparas de la esperanza bien dispuestas, y los candiles de la disponibilidad a punto para aprovechar la ocasión de amar y servir.

HOJA DOMINICAL DIOCESANA


LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA


COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA



DOMINGO 17 DE OCTUBRE: XXIX DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

Video de invitación a la fase diocesana del sínodo 2021 - 2023
El 17 de octubre se inaugura en todas las diócesis del mundo la fase diocesana del sínodo "Por una Iglesia sinodal: Participación. Comunión. Misión". Se trata de acoger e impulsar el carácter comunitario, colegial y participativo de la Iglesia. Ser cristiano es "caminar con otros", "caminar juntos". Oraremos en todas las parroquias de la diócesis de Albacete para que esta primera etapa del nuevo sínodo nos permita como Iglesia en Albacete crecer en espíritu comunitario, superar inercias de pasividad y clericalismo en favor de unas comunidades en las que todos opinemos, todos contemos y entre todos saquemos adelante la urgente tarea de anunciar el Evangelio.

LECTURAS: 

  • Isaías (53,10-11)
  • Sal 32,4-5.18-19.20 y 22
  • Hebreos (4,14-16)
  • Marcos (10,35-45)

La reiterativa enseñanza de Jesús sobre la primacía del servicio, sobre la ambición del poder, apunta a que se trata de una cuestión muy importante y que, por desgracia, no estaba ausente en las inquietudes de los discípulos. Cuando comenzamos el sínodo sobre el carácter "Sinodal" de la Iglesia, resulta muy pertinente esta instrucción de Jesús: "el que quiera ser grande sea vuestro servidor". Una de las líneas de reflexión que el sínodo nos invita a abordar es la que trata de la complementariendad entre la autoridad de los pastores (estructura jerárquica de la Iglesia) y la participación bautismal en la Iglesia ("sensus fidelium"). A este respecto, el evangelio de hoy nos muestra que el sentido último de toda autoridad en la Iglesia es el servicio y que si se contagiara el ejercicio de la jerarquía pastoral con aspiraciones de poder o pretensiones de vanidad y búsqueda de servidumbre, estaría desautorizádose ella misma. Pero, esta recomendación de la apuesta por el servicio es aplicable a todos los bautizados y confiere a nuestra estructura comunitaria un estatuto de permanente discernimiento de las ocasiones, los modos y los destinatarios de nuestra vocación de servidores, dentro y fuera de la Iglesia.

HOJA DOMINICAL DIOCESANA


COMENTARIO EVANGÉLICO DE JOSÉ ANTONIO PAGOLA

 

Domingo 8 de noviembre: XXXII de Tiempo Ordinario (Ciclo A) Día de la Iglesia Diocesana

Adelantados de la tierra en el mar, luz en la noche, puntos de referencia, indicadores para la vuelta a casa, los faros son imagen de la singladura que es la vida y de la ruta que uno desea seguir. Los evangelios de los últimos domingos litúrgicos, como faros que ayudan a la navegación creyente, nos muestran sus luces orientadoras: la atención, la disponibilidad, la concentración, la profundidad de la llamada, la prioridad de lo esencial. 

DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA

LECTURAS

  • Sabiduría (6,12-16)
  • Sal 62,2.3-4.5-6.7-8
  • Tesalonicenses (4,13-17)
  • Mateo (25,1-13)

La Iglesia, con todas sus instituciones y actividades quiere prolongar la misión de su Señor, el proyecto del anuncio del Reino al que Jesús dedicó todas sus fuerzas y aún la entrega de la propia vida como signo levantado sobre la historia de la prioridad del amor y el servicio. Y entre las tareas con las que deben los cristianos mantener encendida la luz del Evangelio, está también la de educar la espiritualidad, adiestrar en las actitudes necesarias para servir al Reino y reconocer en la vida el paso de Dios. Una de las principales destrezas o habilidades espirituales que requieren la conversión y la vocación cristiana es la atención. Estar despiertos, vigilantes, concentrados, prontos a escuchar los pasos del que llega trayendo consigo la vida plena, la plena liberación. Nuestras celebraciones y oraciones, nuestras iniciativas de formación y aún las de caridad y promoción de la dignidad de las personas, deben ayudarnos a no sucumbir al cansacio y el desánimo, sino, por el contrario, ser diligentes en la espera y activos en la acogida de la novedad que Jesús nos trae. Como múltiples son las formas de la modorra y la pereza que nos aletargan y paralizan, variadas habrán de ser las formas de nuestra viglia, para otear el mínimo indicio de la cercanía de nuestro Señor, porque de lo que no debemos dudar es que, como dijera Rabindranath Tagore en uno de sus poemas, "Él viene, viene siempre".

En el Día de la Iglesia diocesana, en el repaso de las numerosas iniciativas de las parroquias, arciprestazgos, vida religiosa, asociaciones y movimientos laicales, debiéramos apuntarnos con sumo interés todas las propuestas que ayuden a educar esta atención vigilante: grupos de oración, lectio divina, retiros, ejercicios espirituales, acompañamiento personal, intercambios de testimonios... todo lo que nos ayude a estar despiertos y atentos para abrir y acoger en cuanto llegue a nuestra puerta el Hijo del Hombre, prometido de Dios a la humanidad, garante de que el sentido de la historia es el encuentro gozoso con nuestro creador y Padre.

Para favorecer la asistencia a la Eucaristía dominical sin superar el aforo en la situación 2, hemos ampliado el horario:
  • Misas dominicales: 11h, 12h. 12:30 y 19:30

8 de Septiembre. Virgen de los Llanos

 

Aunque sea sin feria por la pandemia COVID 19, no por ello dejaremos de celebrar el 8 de septiembre la Natividad de la Virgen María y la fiesta de la Virgen de los Llanos, patrona de la ciudad y diócesis de Albacete. Compartimos una preciosa reflexión de Naim, vicario parroquial de Las Angustias y San Felipe Neri, y párroco de Santa Ana.

El Nacimiento de la Virgen o Natividad de María y dulce Nombre de María

D. Naim Shoshandy, Sacerdote de Iraq; párroco de Santa Ana y vicario parroquial de Nuestra Señora de las Angustias y San Felipe Neri.

Hoy felicitamos a la Virgen por su cumpleaños. La Iglesia nos invita a hacerlo en el Oficio divino y recuerda el día del nacimiento de la Virgen María cada 8 de septiembre. El Evangelio no nos da datos del nacimiento de María, pero hay varias tradiciones. Algunas, considerando a María descendiente de David, señalan su nacimiento en Belén. Otra corriente griega y armenia, señala Nazaret como cuna de María. María nacida de Joaquín y Ana, que habían vivido unos veinte años sin tener hijos. Y cuando ya habían perdido su esperanza de tener hijos Dios les llena de Gracia con el nacimiento de dar a Luz a la que será Madre del Mesías. 
La celebración de la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, tuvo su origen a finales del S. V en Jerusalén. Como tal fiesta es conocida en Oriente desde el siglo VI. Fijada el 8 de septiembre, día con el que se abre el año litúrgico bizantino, que se cierra con la Dormición, el 15 de agosto. En Occidente fue introducida hacia el siglo VII, con el Papa San Sergio (687-701 d.C.) que estableció para Roma cuatro fiestas en honor de Nuestra Señora: la Anunciación, la Asunción, la Natividad y la Purificación. Se celebraba en Roma con una procesión-letanía, que terminaba en la Basílica de Santa María la Mayor. En el rito sirio también se celebra el 8 de septiembre, mientras que en el copto es el 7. 
El nacimiento de la Virgen María tuvo privilegios únicos. Ella vino al mundo sin pecado original. María, la elegida para ser Madre de Dios, era pura, santa, con todas las gracias más preciosas. Tenía la gracia santificante, desde su concepción. Después del pecado original de Adán y Eva, Dios había prometido enviar al mundo a otra mujer cuya descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente. Al nacer la Virgen María comenzó a cumplirse la promesa. La vida de la Virgen María nos enseña a alabar a Dios por las gracias que le otorgó y por las bendiciones que por Ella derramó sobre el mundo. Podemos encomendar nuestras necesidades a Ella. 
La Virgen María fue la primera y la mejor discípula de Jesús. Siempre unida a su Hijo y a su misión, estuvo presente en todos los momentos más difíciles de su vida y, particularmente en el doloroso camino hacia la Cruz. Tenemos a la Virgen María como verdadera Madre que cuida de nosotros desde el cielo. Ella guía nuestras personas para que vivamos la vida como verdaderos cristianos y para ser capaces de llevar la Palabra y el amor de Dios a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. La Virgen María, Nuestra Señora de Los Llanos, como buena madre, nos congrega hoy a todos en el día grande de su fiesta. 
Para los cristianos, para nosotros, como para todos, la virgen María tiene un sitio en dentro de nuestro corazón. Es madre de los niños, de los enfermos, de los jóvenes, de los hombres y mujeres que tenemos fe en ella y está con nosotros en cada momento: no estamos solos, ella está dentro de nosotros y nos acompaña todo el camino de la vida, porque ella es una madre de verdad que cuida de sus hijos. 
Hasta que nació María, la tierra estuvo a oscuras, envuelta en las tinieblas del pecado. Con su nacimiento surgió en el mundo la aurora de la salvación, como un presagio de la proximidad del día que ya es Jesucristo. Así lo reconoce la Iglesia en la fiesta de la Natividad de Nuestra Señora: “por tu nacimiento, Virgen Madre de Dios, anunciaste la alegría a todo el mundo: de ti nació el Sol de justicia, Cristo, Dios nuestro” (Oficio de Laudes). Nació en medio de un profundo silencio. Dicen que en otoño, cuando los campos duermen. Ninguno de sus contemporáneos cayó en la cuenta de lo que estaba sucediendo. Dormía la tierra. En el nacimiento de la Virgen María apunta ya la luz del nuevo día, del tiempo nuevo, que traerá el nuevo Sol, Cristo Jesús, que nace de lo alto para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Esta es una fiesta de alegría y esperanza que debe proyectar su luz para nuestra renovación personal, eclesial y social. 
En la fiesta de la Natividad de María, mirando a Nuestra Señora, meditamos en el misterio de nuestra vida, en la singularidad de nuestra persona. Nos dejamos invitar por esta fiesta para reflexionar sobre nuestro nacimiento. ¿Cómo estábamos cuando nacimos, cuando todavía teníamos toda nuestra vida por delante, cuando aún no estábamos marcados por las expectativas de nuestros padres? ¿Qué le deseamos a ese recién nacido que éramos entonces? Como hijos de Dios que también somos todos portamos un don, un propósito, ¿cuál es el nuestro? 
Cuatro días después de la Natividad de María, será la fiesta del Dulce Nombre de María. Pensamos sobre nuestro nombre. El nombre de María, en arameo Miriam, tiene tres significados etimológicos: doncella, señora y princesa. La Santísima Virgen, que permaneciendo doncella concibió a Nuestro Señor por gracia del Espíritu Santo es también Nuestra Señora, y Señora del Universo; y es también princesa, por ser descendiente de la estirpe del rey David. Pero, el significado del nombre de María no puede reducirse a una sola interpretación. En total hay sesenta, que van desde «la amada por Dios» a «Señora», «bella» y «estrella del mar». Esta incertidumbre sobre el verdadero significado del nombre de María nos recuerda el misterio de nuestro nombre. Cada uno de nosotros ha sido llamado por Dios por su nombre. 
Estas dos fiestas nos recuerdan el misterio de nuestra persona única. Nacimos de Dios y él mismo nos ha llamado por nuestro nombre; somos queridos, llamados por nuestro nombre. En nuestro nombre se condensa todo el amor que la gente nos ha dado con él. Por lo tanto, en nuestro nombre, nos sentimos amados y queridos como personas únicas. Celebrando a María, también siempre nos celebramos a nosotros mismos. Las fiestas marianas son fiestas llenas de optimismo y alegres. Nos deleitamos en el misterio de nuestra humanidad y de nuestra redención, nos relacionamos alegremente con nosotros mismos, buscamos imágenes siempre nuevas para expresar el misterio de nuestra vida.