La Jornada Mundial de Migrante y el Refugiado nos recuerda este año la condición itinerante y caminante del Dios que acompaña a todos sus hijos, peregrinos, refugiados, desplazados, que huyen o buscan un rincón en el mundo y una oportunidad para sus vidas. El bien, la verdad y la salvación pueden presentarse en nuestros propios recorridos vitales cuando menos lo esperamos y de quienes menos lo presuponemos. Así pasa con la realidad de las migraciones, que más allá de miedos y alarmismos, puede ser la gran oportunidad de salir al encuentro de Dios que viene a nosotros con los que caminan y habitan aquí y ahora.
DOMINGO 29 DE SEPTIEMBRE: XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B) JORNADA DEL MIGRANTE Y EL REFUGIADO
LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA: TOLERANTES COMO JESÚS
COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA: SON DE LOS NUESTROS
DOMINGO 31: LA SAGRADA FAMILIA
LECTURAS
- Eclesiástico 3, 2-6.12-14
- Sal 127, 1-2. 3. 4-5 R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
- Colosenses 3, 12-21
- Lucas 2, 22-40
La presentación de Jesús en el templo, "según la ley de Moisés", da cuenta del compromiso creyente de María y José con la fe de Israel, nos muestra que la familia de Nazaret se toma en serio cumplir con su misión de educadora también de la fe, transmisora de la esperanza que Dios suscita en quienes creen en Él. Y el encuentro con los dos ancianos, Simeón y Ana, perseverantes en su fidelidad a las promesas de Dios nos habla de cómo la fe es posible por la solidaridad intergeneracional en la que los mayores son la mejor prenda de los lazos que la familia puede tender entre los distintos estadios del crecimiento humano y creyentes. Pero, cuando la vejez es arrinconada, esa transmisión se interrumpe y, de paso, se pierden también valores fundamentales de compasión y gratitud que debemos para los que, ahora con mayor debilidad, han sido demostración palpable de que todos hemos llegado a ser los que somos porque otros se entregaron generosamente en su tiempo, fuerzas y valores. Puede que debamos ampliar el concepto de familia, tal vez sea necesario abrirnos a nuevas formas de parentesco, paternidad, filiación y hermandad, pero de lo que no cabe duda, es que es urgente cuidar los espacios primigenios de amor y cuidado mutuo, y esos son las familias, en su gran variedad y su común importancia vital para las personas, la sociedad entera y, de manera especial, para la Iglesia.
LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA
DOMINGO 5 DE JUNIO: PENTECOSTÉS
Sí, en Rusia también hay gente que clama por la paz. El Espíritu que Cristo da a sus discípulos es la fuerza para que sean constructores de la paz. Para ello hay que trabajar la reconciliación y hacerlo del único modo que son transformadoras las respuesta a los grandes problemas: juntos, en equipo, con un estilo comunitario y una estrategia colaborativa. En Pentecostés celebramos también el Día de la Acción Católica y el Apostolado Seglar, porque una Iglesia con Espíritu es una Iglesia sinodal, participativa y donde se viven las diferentes vocaciones en común corresponsabilidad.
LECTURAS
- Hechos de los Apóstoles (2,1-11)
- Sal 103,1ab.24ac.29bc-30.31.34
- I Corintios (12,3b-7.12-13)
- Juan (20,19-23)
La paz que Jesús trae, la paz que su Espíritu fomenta y posibilita, no es solo la paz interior, sino también la que pone fin a las guerras y discordias, la que se opone al odio y la discriminación, la explotación y cualquier forma de atropello de la dignidad de la persona. Los dones del Espíritu Santo tienen la finalidad de generar en los seguidores de Cristo, la necesaria energía y esperanza para ponerse de parte de todas las iniciativas que hagan posible la paz en el mundo entero, la paz entre los pueblos y con la Creación malherida también.
El papel de los laicos en la Iglesia, que el día de Pentecostés agradecemos, reconocemos y propiciamos, devuelve a la comunidad su verdadero ser: el de un cuerpo con distintos miembros pero una misma cabeza: Cristo. Un cuerpo con diferentes carimas pero una misma misión: evangelizar. Un cuerpo articulado, organizado, pero también armónico y corresponsable, sin protagonismos excesivos que anulen a la mayoría y oscurezca nuestra naturaleza sinodal, comunitaria. Como nos cuesta llegar a superar el clericalismo y las perezas contraídas durante siglos, que nos hacen adoptar una postura pasiva en la Iglesia, rogamos incesantemente al Espíritu Santo para que ponga en medio de nosotros la presencia viva de Cristo y renueve su envío, proclame su llamada, actualice su encargo misionero: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo".
HOJA DOMINICAL DIOCESANA
COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA
23 DE MAYO: PENTECOSTÉS (CICLO B)
LECTURAS
- Hechos de los Apóstoles (2,1-11)
- Sal 103,1ab.24ac.29bc-30.31.34
- Corintios (12,3b-7.12-13)
- Juan (20,19-23)
Jesús, en el evangelio de Juan, insiste una y otra vez que Él no habla de sí mismo, que revela al Padre y habla porque el Padre lo ha enviado. Y cuando otorgue su Esprítiu a los discípulos para enviarlos será con la misión de que también ellos hablen de Dios del único modo creíble: amándonos como Él nos ha amado. Y si hablamos de política, de la familia, de la cultura, de la moral y de tantas otras cosas más, será únicamente porque el Dios que Cristo nos comunica y con el que Cristo nos une, quiere la vida en abundancia, la vida plena que pasa por todos los ámbitos de la vida y todos los enriquece con la fuerza de su Espíritu.
El compromiso de los laicos en la vida de la Iglesia es fundamental, deben ser visibles en la liturgia, participar en la toma de decisiones de sus parroquias y de la diócesis. Pero, sin abandonar nunca el compromiso activo en la vida pública, para transformar con su presencia y su testimonio las estructuras sociales y ayudar a que sean más justas y fraternas.