15 DE AGOSTO: LA ASUNCIÓN DE MARÍA


La fachada vandelviresca de la Asunción de Yeste puede servir de catequesis sobre esta verdad de fe que es el triunfo celestial de la Virgen María. Sostenida por los pilares de la Iglesia, por san Pedro y San Pablo, es decir, por la fe de la Iglesia que la que afirma que María asciende porque supo servir, está el misterio de la asunción de María al cielo, flanqueada por la alegoría de la fe y la imagen de Santiago peregrino, para que no se nos olvide que esto de la Asunción no es una noticia periodística, ni un hecho de la historia científica, sino una afirmación que nace de ese peregrinaje por la historia que hace todo el Pueblo de Dios. Pero, por encima de todo, llamando hacía sí y coronando a la que supo ser esclava del Señor, Dios Padre es quien da  la fe su respuesta, a la peregrinación su meta y a la Virgen María su excelso lugar en la devoción del pueblo fiel, que por estas puertas y su enseñanza creyente pasaba a celebrar que la victorira de Maria, por nuestra fe en Jesucristo, será un día la de toda la humanidad.

LECTURAS

  • Apocalipsis (11,19a;12,1.3-6a.10ab)
  • Sal 44,10bc.11-12ab.16
  • I Corintios (15,20-27a)
  • Lucas (1,39-56)

La fe anticipa lo que los ojos no ven, ni la razón acaba de creer: la elevación sobre toda la miseria y las aparentes glorias de la tierra de la mujer creyente, servicial y misionera, de la Virgen María, madre de Jesús, madre de Dios. Por la fe, lo que parece imposible a nuetros ojos alcanza su más rotunda realidad. Porque ¿qué es más difícil de creer, que los soberbios y poderosos serán derribados y los humildes levantados y enaltecidos o que la Virgen fue elevada a lo más alto de la creación? Pues para que creamos el proyecto de Dios, proyecto de fraternidad que nos devuelve nuestra naturaleza entrañable de hijos y hermanos que ni se matan ni son indiferentes al sufrimiento de los que son también de su propia carne... María, pobre y sencilla, cumplidora y dispuesta, madre y discípula, como prenda de lo que será un día fruto de eternidad, vence a la muerte con el resucitado, adelanta al tiempo con el Espíritu y logra la plenitud que sólo el Padre puede darnos. Atravesemos la puerta de la fe, ascendamos con María, trabajemos por una humanidad pacífica, reonciliada y fraternal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario