DOMINGO 30 DE MAYO: SANTÍSIMA TRINIDAD

 

LECTURAS

  • Dt 4,32-34.39-40
  • Salmo 32
  • Rm 8,14-17
  • Mt 28,16-20

Cuando Cristo compartió con nosotros su íntima comunión con Dios nos ayudó a descubrir y experimentar que Dios es relación, diálogo, implicación e interdependencia. Más allá de las elucubraciones filosóficas y teológicas, sentimos a Dios como una conversación amistosa, una entrañable comunicación que nos incluye y nos acoge. No un algo, sino alguien muy cercano y conocido; no un ser, sino un rostro, un tú en mutua reciprocidad con nuestra toma de conciencia de quienes somos y por qué no podemos limitarnos a la individualidad cerrada sobre sí misma. Y por eso oramos, y por eso lo que creemos es en el amor y es la solidaridad donde mejor se expresa y alimenta.

El día en el que como Iglesia proclamos lo que todos los días susurramos al santiguarnos, "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo", es también la jornada en la que damos gracias por las vidas de nuestros hermanos y hermanas contemplativas. Al tiempo que, por nuestra parte, nos comprometemos a cuidar más y ser más constantes en nuestra vida orante. "Tratar de amistad con quien bien nos quiere", decía Santa Teresa que era la oración. Y es en ese trato donde nos conocemos mejor, discernimos lo esencial para anteponerlo a tantas cosas secundarias, y comprendemos meridianamente cuál es nuestra misión. Merece la pena que esta conversación no se apague, porque en ello nos va la más honda identidad de quienes somos.

LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: CONTEMPLATIVOS EN LA ACCIÓN


HOJA DOMINICAL DIOCESANA

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