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LECTURAS
- Is 43, 16-21. Mirad que realizo algo nuevo; daré de beber a mi pueblo.
- Sal 125. R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
- Flp 3, 8-14. Por Cristo lo perdí todo, muriendo su misma muerte.
- Jn 8, 1-11. El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.
La misericordia, según el tenor de estra tradición independiente, no se debe exclusivamente a la bondad y el desbordamiento del amor. Es cosa también de justicia, una justicia mayor, de una sabiduría superior, una comprensión más integral y humanista del humano proceder, pues habiendo pecado todos, no estamos en condiciones de condenar, sino de ejercer la misma clemencia que necesitamos. Es una misericordia entrañable, cordial, pero también inteligente y proporcionada con la universalidad del pecado y la difícil imparcialidad con la que podríamos juzgar la conciencia de los demás. Ni que decir tiene que el hecho de que sea una mujer la acusada, fortalece el carácter de justicia superior como efecto de la aplicación de la misericordia. Aunque también es justo reconocer que la Ley de Moisés condenaba a muerte tanto al adúltero como a la adúltera (Lv 20, 10; Dt 22, 22-24) Razón de más para apuntar a la intencionalidad del texto al aludir sólo a una acusada y querer así defenderla de la tendencia sultural a la discriminación de la mujer. Y junto a todos estos aspectos, la afirmación del efecto educativo, transformador, que debe tener la experiencia de la misericordia: "en adelante no peques más".