5 DE MARZO: MIÉRCOLES DE CENIZA


En su momento, que Lucas lo precisa en el tiempo y el espacio (Lc 3, 1 -2), "vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto" Aquella palabra impulsó a Juan para que predicara y bautizara. A través de la misión profética del Bautista, también Jesús escucha y responde a la Palabra que Él encarna con toda su vida. Fue el Espíritu el que llevó a Jesús al desierto (Lc 4, 1). El Espíritu Santo recorre con su aliento de vida toda la obra de Lucas, evangelio y Hechos de los Apóstoles, porque es el Espíritu el que llena a Jesús, el que lo guía y lo sostiene, el que lo vincula con los que ha llamado y enviado antes y después de su resurrección, entonces y para siempre. Y obra del Espíritu será que esta Cuaresma nos sirva de tiempo de conversión, de espacio para la escucha y la reflexión. Si al final logramos ir al desierto, será el Espíritu el que nos lleve.

LECTURAS

- Jl 2, 12-18. Rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos.
- Sal 50. R. Misericordia, Señor, hemos pecado.
- 2 Cor 5, 20 — 6, 2. Reconciliaos con Dios: ahora es tiempo favorable.
- Mt 6, 1-6. 16-18. Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Al hilo de los evangelios de los domingos de Cuaresma, el itinerario de reflexión, oración y celebración que os proponemos tiene una dirección centrípeta, pero, todavía más adentro ("duc in altum"): de nosotros y nuestra libertad (Decisión) al centro mismo que es Dios, Él que habita en lo más  hondo del corazón que lo recibe (Misericordia). Pasando por los efectos personales y relacionales de la decisión de ir al desierto y acoger al Dios que se nos da en Jesús: Transformación, Renovación, Reencuentro. Porque quien se decide a ir al desierto, dejándose llevar por el mismo Espíritu que condujo a Jesús, cambia de actitudes, de criterios y de prioridades. Su vida se renueva en la novedad del Evangelio y de su diferente escala de valores. Quien va al desierto y sigue al Espíritu que lo hace espacio de revelación, se reencuentra consigo mismo, con Dios que siempre estuvo con nosotros y con los otros que también nos hablan de Dios con sus testimonios y carencias.

Este hilo conductor de la Cuaresma que va de nosotros a más dentro de nosotros mismos (intimior intimo meo que dijera san Agustín) para hacernos llegar a saborear y ejercer la misericordia que Dios es, se presenta de manera reiterativa en el evangelio del Miércoles de Ceniza. No sólo para la oración, el ayuno y la limosna, para toda la vida y su polifacética actividad debería primar esa dirección de intimidad, autenticidad y sinceridad que expresa la recomendación de Jesús de vivir no para la galería y la aprobación externa sino de cara a nuestra más exigente verdad, de la que nacen la coherencia y la alegría de no ser meras imágenes, puros avatares. Pues hacia dentro y al centro, en lo profundo y para expandirnos en la misericordia vivamos, guiados por el Espíritu de Cristo esta santa Cuaresma.

L ANIVERSARIO DE LA PARROQUIA DE SANTO DOMINGO DE GUZMÁN



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