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DOMINGO 9 DE MAYO: VI DE PASCUA (CICLO C)

 

El buen pan se hace con mimo, con buenos igredientes, horno de leña y mucho trabajo que empezó en el campo con la siembra y no acaba hasta que se convierta en energía para los que lo comen. Así es el amor de Jesucristo por los suyos, procedente del hogar divino donde se ha hecho a fuego lento, al rescoldo de la intimidad trinitaria, que es también la cálida experiencia de un proyecto de salvación que lleva toda la vida gestándose y madurando. De esto nos habla Cristo, esto comparte el Señor con nosotros. Para esto le seguimos y es a lo que nos envía, a amar, servir y perdonar.

LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles (10,25-26.34-35.44-48):
  • Sal 97,1.2-3ab.3cd-4
  • I Juan (4,7-10)
  • Juan (15,9-17)

La dimensión mística del cristianismo, que tiene su origen en su mismo centro, en Dios que es amor, también alcanza el plano práctico de los proyectos y los objetivos que deben convertir ese amor en solidaridad efectiva y curativa, actual y oportuna. Que Cristo nos asocie a su amor, al amor mismo que Él ha recibido de Dios, debiera suponer para los que somos sus amigos, un compromiso real y continuado por su Reino de paz, justicia y perdón. Cuando la vida se ha visto amenazada en todo el mundo, pero en algunos rinconmes más que en el resto, por su pobreza y por la injusticia de nuestro orden económico y social, escuchar que Cristo nos ama como el Padre le amó, debiera suponer una urgencia por apoyar las iniciativas sociales y caritativas que restañan las brechas de la desigualdad y recomponen esta maltrecha fraternidad. Y eso supone la Eucaristía, comulgar con un amor que al amor y al servicio nos llama. No lo dejemos para cuando ya no podamos. No lo aplacemos para mejor tiempo porue esta es la mejor hora, la del presente. Formar parte de la comunidad de los amigos de Jesús tiene también esta riqueza, que juntos podemos hacer mucho más. Entre nosotros, hay grupos y proyectos que necesitan tu tiempo, tu motivación y la aportación que puedas compartir: familias sin recursos, lavandería para personas sin hogar, cuidado de la infancia en situación de riesgo, hogares de acogida de inmigrantes sin alojamiento, acompañamiento de enfermos y personas mayores, apoyo a los proyectos de nuestros misioneros en otros países... como el Padre nos amó, Jesús nos ha amado, no de otra manera debemos hacerlo nosotros.

LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: AMAR

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

DOMINGO 2 DE MAYO: V DE PASCUA (CICLO B)

 

Además de los frutos individuales y gracias a ellos, una comunidad parroquial, en su vida pastoral, muestra la fecundidad de compartir carismas, ofrecer cualidades, participar con los los otros en la formación, la oración, la catequesis, la liturgia, la caridad... y todo ello, celebrarlo en la eucaristía dominical. Ahora, esta vida parroquial está sometida a las restricciones de la pandemia, pero aún así, son muchas las oportunidades de dar fruto y multiplicar nuestras fuerzas. Todo ello será respuesta de la responsabilidad personal, pero su verdadera fuente y raíz es Cristo, vid que alimenta nuestras fuerzas y nos hace fructíferos.

LECTURAS

  • Hechos de los apóstoles (9,26-31)
  • Sal 21,26b-27.28.30.31-32
  • I Juan (3,18-24)
  • Juan (15,1-8)

El secreto de la riqueza de vida que genera la Iglesia (encuentro con otros, escucha de Dios en la oración, acción caritativa que socorre y promociona, culto de alabanza y comunión...) se debe a que estamos unidos a Cristo. Es su palabra, su ejemplo, su modo de ver a Dios y estar en comunión con Él... lo que expresan nuestra actividades y muchas otras cosas que no siempre se ven (perdón, consuelo, dignidad, ternura, amistad...) pero que están por debajo del sentimiento de acogida y confianza que encontramos en la parroquia. Por eso merece la pena que intensifiquemos todavía más nuestro arraigo en el Evangelio como suelo nutricio de la fe y que nos sintamos todos bendecidos por los fruos que genera el seguimiento de Jesús y la pertenencia viva a su comunidad.

Y lo que decimos a nivel parroquial, de la nuestra y de todas las parroquias de la ciudad y de la diócesis, también lo sentimos como propio, por la vía de la "comunión de los santos", de toda la Iglesia, especialmente de la que anuncia el Evangelio en países golpeados por la pobreza y la violencia. Cada colecta, cada oración, todas las celebraciones, los saludos fraternales... son la prolongación hasta nuestras vidas particulares de toda esa fuerza que despliega en la Iglesia la fidelidad al modelo de humanidad que Cristo nos dio, a la confianza en el Dios al que Él nos enseñó a llamar Padre y cuyo Espíritu nos transmitió. Por todo ello, como decía Antonio López Baeza, parafraseando el salmo 133, "¡Qué bendición de bendiciones, la unón en paz de los hermanos!"

LA VIDA FRATERNAL (Salmo 133) A. López Baeza

¡MIRAD cuánta fecundidad y alegría 

en la amorosa unión de los hermanos...!

Es el agua más reconfortante

para los caminantes fatigados.

Es el fuego más vivificador

para los peregrinos de la noche.

Es el perfume condensado

de todos los campos y selvas florecidos.

Es el fruto más maduro

del árbol del espíritu.

Es la plegaria con más fuerza

para golpear el silencio de Dios.

Es... ¡Dios mismo,

hecho cercanía, vida y canción!

¡Mirad qué bendición de bendiciones

la unión en paz de los hermanos! 

LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: LA EUCARISTÍA Y LA VID

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

DOMINGO 25 DE ABRIL: IV DE PASCUA (CICLO B)

El Buen Pastor acompaña dando su vida por las personas que acompaña. Durante cuatrocientos años, la comunidad de carmelitas descalzas de Villarrobledo han ofrecido un testimonio de oración, pero también han escuchado, animado y aconsejado a cuantos se acercaban. Es una triste noticia que esta comunidad tenga que dejarnos y se cierre este convento. Con su marcha sentimos que la vida diocesana se empobrece un poco más y que la necesidad de estimular las vocaciones y el servicio evangelizador es todavía más acuciante. Muchas gracias.

LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles (4,8-12)
  • Sal 117,1.8-9.21-23.26.28-29
  • Juan (3,1-2)
  • Juan (10,11-18)

El Buen Pastor que es Cristo nos ofrece su propio método, que es del Espíritu, para acompañar y dejarnos acompañar, para evangelizar y ser evangelizados. Es el método de la presencia constante, fiel, que permite conocer al otro y poderle responder a las preguntas que realmente se hace y no proponerle soluciones prefabricadas "Yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí". Es la infalible medicina de darte en lo que haces, compartir lo que somos y afrontar juntos los avatares del camino: "doy la vida por mis ovejas". Se trata de la eficiente autenticidad de lo que se practica porque en ello nos va la vida, sin poses ni dobles vidas: "y es que, a un asalariado no le importan las ovejas". Pero, también es la generosa apertura universal y plural que no hace del seguimiento y acompañamiento cristiano un coto cerrado, un club muy exclusivo de puros e intransigentes: "tengo además otras ovejas que no son de este redil". El que nos acompaña dando la vida nos enseña cómo se anuncia el Evangelio, sólo con la propia vida entregada, compartida hora a hora, multiplicada en los buenos frutos que dará, perdida para recuperarla en la plentitud que solo Dios puede dar.

Ya sean los sacerdotes, o las catequistas; las comunidades contemplativas (como durante cuatro siglos lo han hecho las carmelitas de Villarrobledo) o los grupos de lectio divina... los hermanos en la fe, en definitiva, la Iglesia nos sigue brindando el acompañamiento del Buen Pastor a través de aquellos discípulos de Jesús que, también aquí y ahora, nos escuchan, nos dan testimonio y, sobre todo, caminan a nuestro lado. El pasado Congreso de Laicos, "Pueblo de Dios en Salida", nos sugirió que las grandes líneas de la evangelización (primer anuncio, formación y compromiso público) solo se pueden trabajar por medio del acompañamiento. Se anuncia el Evangelio estando junto a quienes son sus destinatarios. Se acompaña personalmente o en grupo, en espacios eclesiales o en medio de la vida laboral, educativa, social. Y siempre es Cristo quien realmente nos guía y nos estimula para no perder el ritmo de la marcha, para no precipitarnos en ningún vacío ni encerrarnos, atemorizados, en la sacristía o la cálida seguridad de lo nuestro y los nuestros. 

LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: EXPONER LA VIDA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

DOMINGO 18 DE ABRIL: III DE PASCUA (CICLO B)

 

LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles (3,13-15.17-19)
  • Sal 4,2.7.9
  • Juan (2,1-5)
  • Lucas (24,35-48)

La reunión de los hermanos, sobre todo para partir el pan, en recuerdo de Jesús, se convierte en espacio de encuentro con el Resucitado. Así les pasó a los discípulos de Emaus y a los que estaban en Jerusalén, así nos pasa ahora a nosotros también. El resucitado, con sus huellas de la vida entregada patentes en las llagas de la crucifixión; con su voluntad de reunir y enviar un comunidad para que sea en medio de este mundo avanzadilla del Reino de Dios, como ya hizo en Galilea, cuando llamó a sus discípulos para que los siguieran y anunciaran que Dios siempre está cerca; como sigue haciendo ahora con nosotros.

La vocación al discipulado, la comunidad reunida y enviada por Jesús, la Eucaristía y toda la espiritualidad cristiana, tienen un sello misionero. Es la razón de ser de Jesús ("yo para esto he venido") y la nuestra. No podemos entender el cristianismo de una manera intimista y encerrada en nuestras normas, formas y costumbres, como dice el papa Francisco, hemos de ser "Iglesia en salida". El resucitado no se va a quedar entre estas paredes ni entre las tapas de la Biblia y el Derecho Canónico, va delante de nosotros, al encuentro del hombre y la mujer de hoy, de los jóvenes y los menores, de los mayores, de las personas solas, de los pobres, los que están desanimados. No, no es que la Iglesia sea una ONG, con todo nuestro respeto y admiración por todas las ONG's que mejoran de forma altruista nuestro mundo. Pero la fe, la espiritualidad, la liturgia y la catequesis empapadas del Dios que resucitó a Jesucristo deben servir para dialogar con la sociedad y poder, así, anunciarle la vida nueva que Cristo resucitado nos ofrece.

LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN. LA PRIMERA IGLESIA: JERUSALÉN

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

DOMINGO 11 DE ABRIL: II DE PASCUA (CICLO B)

Por más que Jesús nos diga que solo la fe accede a la realidad de su vida nueva, resucitada, nosotros, contumaces, queremos pruebas. Y, mientras, las huellas luminosas del resucitado, tan abundantes en nuestras comunidades, no son percibidas, porque tal vez nos hayamos acostumbrado y pensemos que la caridad, el amor al hermano, la reconciliación y la vida entregada a los más pobres son cosa menor.

LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles (4,32-35)
  • Sal 117,2-4.16ab-18.22-24
  • Juan (5,1-6)
  • Juan (20,19-31)

Cual Tomás, pero sin acabar de creer aunque veamos y toquemos, andamos los cristianos aferrados a las pruebas tangibles y registrables. Por más que Jesús nos diga: "Dichosos los que crean sin ver", nosotros perseveramos en recopilar huellas y radiografías de la resurrección, de la acción de Dios en los hechos inexplicables. Y el resucitado sigue presentándose en medio de nosotros y actuando aunque no siempre de manera extraordinaria. La vida de la Iglesia, las comunidades cristianas, nuestras reuniones y actividades, debieran ser la mejor prueba, el mejor indicio de que Cristo ha resucitado. ¿Qué por qué lo sabemos? porque nos mantiene en el camino del Evangelio, nos impulsa a compartir, abrimos hogares para inmigrantes en la calle, escuchamos y acogemos a los que no tienen donde ampararse, nos amamos como hermanos, no nos despellejamos vilmente como hienas, sino que con humildad intentamos perdonar... si esto es cierto, si estas luminosas pisadas del que vive se dan entre nosotros, entonces, ¿qué más pruebas necesitamos?... claro, que si tampoco logramos este modelo de comunidad de vida y amor que nace del costado del crucificado y se sostiene en su vida resucitada, entonces, vuelta a exigir ver y tocar. 

Señor Jesús, Tú que caminas entre nosotros, que nos sales al encuentro, vivo y dando vida, nuestro deseo más hondo es poder darte a conocer, para ello, ayúdanos con tu espíritu a lograr comunidades que vivan con sencillez y coherencia los valores de comunión y caridad que Tú nos enseñanste. Así llegaremos a participar de tu vida resucitada que será eternidad más allá de muerte y que aquí, en esta orilla de la vida, es reflejo de tu Evangelio, semilla del Reino y hogar de fraternidad.

LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: FELICES LOS QUE CREEN

HOJA DOMINICAL DIOCESANA



DOMINGO 4 DE ABRIL: PASCUA

 

No se trata de "agarrar", de retener a Jesús resucitado con pruebas e instantáneas del milagro, sino de abrirse a su vida nueva, hacerla nuestra por la fidelidad de nuestro seguimiento con la fe redoblada del que ha experimentado que en los valores del Reino está la semilla de la resurrección. 

LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles (10,34a.37-43)
  • Sal 117,1-2.16ab-17.22-23
  • Colosenses (3,1-4)
  • Juan (20,1-9)

La Pascua cristiana no consiste solo en evocar un hecho que aconteció en un momento determinado de la historia y afectó a un solo individuo: Jesucristo. La resurrección de Jesucristo es la confirmación por parte del Padre de su mensaje y de su vida, de su misión y su intención. Por eso, creer en la resurrección del crucificado supone confiar en que la puesta en práctica de sus enseñanzas, la vivencia de su fe, resucita, vence las muertes del pecado y la desidia, abre el futuro de la humanidad más allá de los aparentes éxitos y fracasos pasajeros en el horizonte del Reino de Dios. 

Pero, esta vida nueva que nace de vivir el Evangelio, solo brota cuando se permanece en la estela de la búsqueda, los interrogantes y el seguimiento continuos. Por eso, el anuncio de la resurrección remite a Galilea, porque solo en el camino de la puesta en práctica de los valores que Cristo predicó y encarnó con su vida, hallamos la nueva vida de la resurrección.

LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: ¿BUSCÁIS A JESÚS?


HOJA DOMINICAL DIOCESANA