DOMINGO 2 DE MAYO: V DE PASCUA (CICLO B)

 

Además de los frutos individuales y gracias a ellos, una comunidad parroquial, en su vida pastoral, muestra la fecundidad de compartir carismas, ofrecer cualidades, participar con los los otros en la formación, la oración, la catequesis, la liturgia, la caridad... y todo ello, celebrarlo en la eucaristía dominical. Ahora, esta vida parroquial está sometida a las restricciones de la pandemia, pero aún así, son muchas las oportunidades de dar fruto y multiplicar nuestras fuerzas. Todo ello será respuesta de la responsabilidad personal, pero su verdadera fuente y raíz es Cristo, vid que alimenta nuestras fuerzas y nos hace fructíferos.

LECTURAS

  • Hechos de los apóstoles (9,26-31)
  • Sal 21,26b-27.28.30.31-32
  • I Juan (3,18-24)
  • Juan (15,1-8)

El secreto de la riqueza de vida que genera la Iglesia (encuentro con otros, escucha de Dios en la oración, acción caritativa que socorre y promociona, culto de alabanza y comunión...) se debe a que estamos unidos a Cristo. Es su palabra, su ejemplo, su modo de ver a Dios y estar en comunión con Él... lo que expresan nuestra actividades y muchas otras cosas que no siempre se ven (perdón, consuelo, dignidad, ternura, amistad...) pero que están por debajo del sentimiento de acogida y confianza que encontramos en la parroquia. Por eso merece la pena que intensifiquemos todavía más nuestro arraigo en el Evangelio como suelo nutricio de la fe y que nos sintamos todos bendecidos por los fruos que genera el seguimiento de Jesús y la pertenencia viva a su comunidad.

Y lo que decimos a nivel parroquial, de la nuestra y de todas las parroquias de la ciudad y de la diócesis, también lo sentimos como propio, por la vía de la "comunión de los santos", de toda la Iglesia, especialmente de la que anuncia el Evangelio en países golpeados por la pobreza y la violencia. Cada colecta, cada oración, todas las celebraciones, los saludos fraternales... son la prolongación hasta nuestras vidas particulares de toda esa fuerza que despliega en la Iglesia la fidelidad al modelo de humanidad que Cristo nos dio, a la confianza en el Dios al que Él nos enseñó a llamar Padre y cuyo Espíritu nos transmitió. Por todo ello, como decía Antonio López Baeza, parafraseando el salmo 133, "¡Qué bendición de bendiciones, la unón en paz de los hermanos!"

LA VIDA FRATERNAL (Salmo 133) A. López Baeza

¡MIRAD cuánta fecundidad y alegría 

en la amorosa unión de los hermanos...!

Es el agua más reconfortante

para los caminantes fatigados.

Es el fuego más vivificador

para los peregrinos de la noche.

Es el perfume condensado

de todos los campos y selvas florecidos.

Es el fruto más maduro

del árbol del espíritu.

Es la plegaria con más fuerza

para golpear el silencio de Dios.

Es... ¡Dios mismo,

hecho cercanía, vida y canción!

¡Mirad qué bendición de bendiciones

la unión en paz de los hermanos! 

LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: LA EUCARISTÍA Y LA VID

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

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