LECTURAS
- Hechos de los Apóstoles (10,25-26.34-35.44-48):
- Sal 97,1.2-3ab.3cd-4
- I Juan (4,7-10)
- Juan (15,9-17)
La dimensión mística del cristianismo, que tiene su origen en su mismo centro, en Dios que es amor, también alcanza el plano práctico de los proyectos y los objetivos que deben convertir ese amor en solidaridad efectiva y curativa, actual y oportuna. Que Cristo nos asocie a su amor, al amor mismo que Él ha recibido de Dios, debiera suponer para los que somos sus amigos, un compromiso real y continuado por su Reino de paz, justicia y perdón. Cuando la vida se ha visto amenazada en todo el mundo, pero en algunos rinconmes más que en el resto, por su pobreza y por la injusticia de nuestro orden económico y social, escuchar que Cristo nos ama como el Padre le amó, debiera suponer una urgencia por apoyar las iniciativas sociales y caritativas que restañan las brechas de la desigualdad y recomponen esta maltrecha fraternidad. Y eso supone la Eucaristía, comulgar con un amor que al amor y al servicio nos llama. No lo dejemos para cuando ya no podamos. No lo aplacemos para mejor tiempo porue esta es la mejor hora, la del presente. Formar parte de la comunidad de los amigos de Jesús tiene también esta riqueza, que juntos podemos hacer mucho más. Entre nosotros, hay grupos y proyectos que necesitan tu tiempo, tu motivación y la aportación que puedas compartir: familias sin recursos, lavandería para personas sin hogar, cuidado de la infancia en situación de riesgo, hogares de acogida de inmigrantes sin alojamiento, acompañamiento de enfermos y personas mayores, apoyo a los proyectos de nuestros misioneros en otros países... como el Padre nos amó, Jesús nos ha amado, no de otra manera debemos hacerlo nosotros.
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