LECTURAS
- Hechos de los Apóstoles (10,34a.37-43)
- Sal 117,1-2.16ab-17.22-23
- Colosenses (3,1-4)
- Juan (20,1-9)
La Pascua cristiana no consiste solo en evocar un hecho que aconteció en un momento determinado de la historia y afectó a un solo individuo: Jesucristo. La resurrección de Jesucristo es la confirmación por parte del Padre de su mensaje y de su vida, de su misión y su intención. Por eso, creer en la resurrección del crucificado supone confiar en que la puesta en práctica de sus enseñanzas, la vivencia de su fe, resucita, vence las muertes del pecado y la desidia, abre el futuro de la humanidad más allá de los aparentes éxitos y fracasos pasajeros en el horizonte del Reino de Dios.
Pero, esta vida nueva que nace de vivir el Evangelio, solo brota cuando se permanece en la estela de la búsqueda, los interrogantes y el seguimiento continuos. Por eso, el anuncio de la resurrección remite a Galilea, porque solo en el camino de la puesta en práctica de los valores que Cristo predicó y encarnó con su vida, hallamos la nueva vida de la resurrección.
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