DOMINGO 31: LA SAGRADA FAMILIA

La apuesta de la Iglesia por la familia es coherente con la visión complementaria y corresponsable de la humanidad: somos interdependientes y crecemos gracias a la solidaridad intergeneracional. La familia es el ámbito esencial, no el único, pero sí el primero y el que permanece con más solidez a pesar de los embates de la vida, los problemas de económicos, de salud y las crisis mismas de las sucesivas familias que el hogar del que venimos va generando. Como primer espacio de socialización y desarrollo emocional, la familia es también "Iglesia doméstica" donde se lleva a cabo el primer anuncio de la fe y los pasos inciales de la incorporación a la comunidad. La buena noticia de la que es portadora la familia incluye, además del Evangelio, el anuncio de que es posible crear unos lazos afectivos que ayudan a cada miembro a ser él mismo y, al mismo tiempo, sentirse parte de una realidad compartida que nos supera y nos sostiene. La familia hoy es portadora de la buena noticia de la gratuidad, la fidelidad y el compromiso con los más débiles. Es un mensaje de esperanza y una oferta de un futuro posible.

 LECTURAS

  • Eclesiástico 3, 2-6.12-14
  • Sal 127, 1-2. 3. 4-5 R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
  • Colosenses 3, 12-21
  • Lucas 2, 22-40

La presentación de Jesús en el templo, "según la ley de Moisés", da cuenta del compromiso creyente de María y José con la fe de Israel, nos muestra que la familia de Nazaret se toma en serio cumplir con su  misión de educadora también de la fe, transmisora de la esperanza que Dios suscita en quienes creen en Él. Y el encuentro con los dos ancianos, Simeón y Ana, perseverantes en su fidelidad a las promesas de Dios nos habla de cómo la fe es posible por la solidaridad intergeneracional en la que los mayores son la mejor prenda de los lazos que la familia puede tender entre los distintos estadios del crecimiento humano y creyentes. Pero, cuando la vejez es arrinconada, esa transmisión se interrumpe y, de paso, se pierden también valores fundamentales de compasión y gratitud que debemos para los que, ahora con mayor debilidad, han sido demostración palpable de que todos hemos llegado a ser los que somos porque otros se entregaron generosamente en su tiempo, fuerzas y valores. Puede que debamos ampliar el concepto de familia, tal vez sea necesario abrirnos a nuevas formas de parentesco, paternidad, filiación y hermandad, pero de lo que no cabe duda, es que es urgente cuidar los espacios primigenios de amor y cuidado mutuo, y esos son las familias, en su gran variedad y su común importancia vital para las personas, la sociedad entera y, de manera especial, para la Iglesia.

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA







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