DOMINGO 12 DE NOVIEMBRE: XXXII DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO A) DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA

¿Por qué no? orgullosos de nuestra fe. No superiores, ni mejores, pero sí orgullosos de lo que nos aporta el Dios de Jesucristo, de lo que no han aportado con su testimonio y entrega tantos hermanos nuestros de la Iglesia. Sí, estamos orgullosos de formar parte de una comunidad que se sabe al servicio de la humanidad, especialmente de la sufriente. Orgullosos sin prepotencia, ni clasismo de ningún tipo, porque sabemos que tenemos muchos defectos, pero también que el Espíritu nos empuja a superarnos y aspirar a la máxima coherencia. Orgullosos por gratitud y responsabilidad, con humildad e ilusión por la misión del Evangelio. Y orgullosos de nuestra Iglesia diocesana de Albacete, de su historia y su presente, de su conexión con la sociedad albaceteña, con sus pueblos y su gente. Esta es nuestra identidad, estos son nuestros motivos para vivir con orgullo la pertenencia a la Iglesia Católica.

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LECTURAS

  • Sabiduría (6,12-16)
  • Sal 62,2.3-4.5-6.7-8: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío
  • Tesalonicenses (4,13-17)
  • Mateo (25,1-13)

No sabemos el día ni la hora porque cualquier día y a cualquier hora pasa el Señor por nuestra puerta, porque en todo tiempo recibimos de parte de Dios la invitación a participar de ese banquete universal que es su propuesta de fraternidad. Siempre es momento propicio para reconocer la llamada del Señor y reconocerle en el prójimo, especialmente en el que más débil o necesitado se encuentra, en el que más requiere de nuestra atención y solicitud. Por eso velaremos de día y de noche, en la calle y en el trabajo, en la Iglesia y fuera de ella, para estar dispuestos a servir y socorrer al hermano. Porque esa es la gran sabiduría que nos ofrece el Evangelio, que nos enseña el maestro de misericordia y solidaridad permanentes, el Maestro de Nazaret. Lo necio sería estar a otra cosa, a lo nuestro desconectados de los lazos que nos hermanan, de la responsabilidad que tenemos con el prójimo. Y sería necio el egoísmo y el aislamiento, porque nos impediría vivir la gran baza de la compasión que nos humaniza y nos salva de ahogarnos en nosotros mismos. Velaremos y tendremos las lámparas de la esperanza bien dispuestas, y los candiles de la disponibilidad a punto para aprovechar la ocasión de amar y servir.

HOJA DOMINICAL DIOCESANA


LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA


COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA



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