1 DE NOVIEMBRE: TODOS LOS SANTOS | 2 DE NOVIEMBRE: DIFUNTOS

 
Sólo la santidad puede combatir los estragos de la muerte, la fragilidad y la indefensión ante lo que nos supera. Sólo la bondad, el amor y la solidaridad pueden hacer frente al dolor, la soledad y la impotencia. La santidad de Dios, que estaba antes de la historia y será su meta, se hace reconocible en el tiempo a través de la caridad y la fraternidad. Esta es la esperanza que ilumina nuestro recuerdo y oración por todos los difuntos.

LECTURAS

  • Apocalipsis 7, 2-4. 9-14
  • Salmo 23, 1-2. 3-4ab. 5-6 R/. Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.
  • Juan 3, 1-3
  • Mateo 5, 1-12a

Los jinetes apocalípticos parecen mera ficción, menos cuando cabalgan bajo la forma de las mil y una posibilidades que tiene la condición finita, contingente de nuestra naturaleza humana. Cuando nos golpean la muerte y la devastación, como la sufrida a causa de la DANA de estos días finales de octubre, entonces, las figuras de esos jinetes nos hablan de nuestra verdadera medida, al tiempo que nos sugieren el horizonte que los vence definitivamente, el horizonte de Dios y su misericordia. Pues a la misericordia divina encomendamos a las víctimas de estas inundaciones, así como a todos nuestros fieles difuntos. Y, por el amor misericordioso de Dios, agradecemos y aspiramos a imitar, la santidad de todas aquellas personas que pueden hacer frente a las mayores desgracias porque ponen en juego su bondad, amor y solidaridad, anticipo de la santidad de Dios que a todos nos espera y acogerá.

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