LECTURAS
- Deuteronomio 6, 2-6
- Sal. 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab R: Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
- Hebreos 7, 23-28
- Marcos 12, 28b-34
No se trata de una cuestión abstrusa más de las que eran amigos los escribas y estudiosos de las Escrituras y sus intérpretes, se trata de esa jerarquía de prioridades que imprime una dirección y alimenta internamente toda la Alianza de Dios con su pueblo y la expresión vital de la misma: la Ley. En la pregunta por el primer mandamiento va implícita la pretensión de unidad y eficacia de los precepetos divinos. Si no los anclamos en el amor de Dios como su verdadera motivación y no los dirigimos hacia el amor al hermano como su auténtico fin, estaremos cayendo en un legalismo vacío de significado, formalista y frío, que, al final, sólo responde a nuestras ansias de control satisfechas por el cumplimiento sin más. El himno de 1Cor 13 es el comentario pefecto a esta pregunta: "si no tuviera amor... de nada me sirve" todo lo demás. Y, al revés, si amo de verdad, cumpliré, y con generosidad la ley y los preceptos. Y aún más, experimentaré su fruto más logrado: identificarme con la razón última de todos ellos, mostrarnos cuánto nos amó Dios que nos ha dado su Hijo amado.
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