DOMINGO 23 DE JUNIO: XII DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

Las crisis, como los tornados, por previsibles y reconocibles que sean, siempre irrumpen sorprendiéndonos y desarmándonos. De origen y consecuencias múltiples, las hay afectivas, psicológicas, profesionales... también, espirituales. Como le ocurre al dolor, que el mayo de todos es el tuyo, las crisis, por pasajeras o resolubes que sean, la peor es la que estás atravesando ahora. A nosotros nos interesa la crisis del cristianos, de cada cristiano, y del cristianismo en general, las crisis de fe, esperanza y caridad; de identidad y relevancia; por exceso o por defecto; nuevas o heredadas... Ante todas las tormenas perfectas que se presentan en su itinerario discipular, el creyente debe acogerse al maestro y ver cómo reacciona él y que pistas nos ofrece para sortear el vendaval.

LECTURAS

  • Job 38, 1. 8-11
  • Sal. 106, 23-24. 25-26. 28-29. 30-31 R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
  • II Corintios 5, 14-17
  • Marcos 4, 35-41

"¿Pero quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?", ¿qué tiene o sabe Jesús que le permite domeñar las crisis y calmar la tempestad? En las respuestas a estas preguntas se halla, en parte la clave terapéutica que nos puede ofrecer el cristianismo para hacer frente a las crisis, especialmente a las propias del seguimiento como discípulos de Jesús, las crisis de, de esperana y de caridad. Y para responder necesitamos saber de dónde viene Jesús, qué ha hecho antes para llegar a este punto con tal aprovsionamiento de confianza, de calma y autoridad existencial. Y vemos que Jeús viene de predicar el mensaje del Reino de Dios, de atestiguarlo con las curaciones, de convivir con discípulos y buscadores de la verdad -"estos son mi madre y mis hermanos, los que cumplen la voluntad de Dios"-, en definitiva, Jesús viene de ponerse totalmente en manos de Dios y ponerse él mismo, manos a la obra de ese Reino que significa la vida plena que Dios quiere para todos. Esa es la fuente de su paz interior, de su autoridad personal y pedagógica, su plena identificación con el Padre y su proyecto de amor. 

"¿Quién es este?", el que sabe quién es, porque se ha buscado en el Padre y se ha reconocido como hijo; el que tiene fe en el futuro de la humanidad y de cada persona porque ha experimentado el amor ilimitado de Dios. Él es quien ha antepuesto la fidelidad a Dios a todos los poderes de este mundo: la fuerza, el dinero, la vioencia. Como nada tiene, sino fe, nada le puede perturbar, salvo la falta de fe. Como ha vislumbrado lo que Dios quiere, ninguna dificultad le parece insalvable, porque, al final, todos los caminos, todas la crisis y todos los fracasos, acaban en quien las supera y les de salida definitva, el Dios al que llama Padre y del que se siente enviado. Así que, calma, miremos como va dormida a popa, no tiene miedo porque sabe que la última palabra es de Dios. Con él y como él mismo nos aconseja, no tengamos miedo, pero tampoco perdamos la ocasión de internarnos con Cristo en las raíces de la confianza y la esperanza, el amor insondable y siempre activo de Dios misericordioso. 

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

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