DOMINGO 16 DE JUNIO: XI DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

 

Mäs esbeltos o de robusto tronco, de hoja perenne o caduca, con las raíces en la tierra y las ramas hacia el cielo, con sus diferentes hojas, flores, frutos y semillas, los árboles nos acompañan y dan vida, nos protegen y dan solaz. Esta es la imagen que desde el Antiguo Testamento hasta las parábolas de Jesús emplea la Sagrada Escritura para sugerir el carácter vivo, creciente y fructífero de la relación de Dios con nosotros. 

LECTURAS

  • Ezequiel 17, 22-24
  • Salmo 91, 2-3, 13-14, 15-16 R/. Es bueno dar gracias al Señor
  • II Corintios 5, 6-10
  • Marcos 4, 26-34

Un rasgo común del significado de las parábolas es su incidencia en el crecimiento, la evolución, la transformación. Sea lo que sea el Reinado de Dios, que Jesús nunca lo explica de manera taxativa, es una realidad en movimiento, con un efecto de maduración y desarrollo en quienes lo acogen y se guían por él. El Reino de Dios, que sea Dios quien reina en nuestros corazones y no el dinero, la imagen o el ego, es una forma saludable de crecer, desarrollar plenamente lo que somos hasta llegar a lo que podríamos ser. Las parábolas del Reino de Dios suponen una antropología dinámica y no fixista, una moral integral y no casuística, un proyecto de humanidad en construcción y una visión de la historia abierta hacia su total ascenso hacia el punto máximo de su bondad. Y, por eso mismo, Jesús nos presenta con esta visión del Reinado de Dios una propuesta de ética y sociedad que requiere mucho trabajo personal, mucha perseverancia, pero también mucha fe y esperanza, porque, no en vano, las ramas crecen porque buscan el sol.

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA 

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

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