LECTURAS
- Hechos de los Apóstoles 1, 1-11
- Sal. 46, 2-3. 6-7. 8-9 R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
- Efesios 1, 17-23
- Marcos 16, 15-20
Las señales que confirman nuestra predicación, nuestra fe y su autenticidad, son las mismas que acompañaron la vida de Jesús y brotaron de su fidelidad al proyecto de Dios, señales que, en su rica diversidad, apuntan todas ellas a una misma meta: la fraternidad universal que refleje el amor inconmesurable del Padre. Todos los compromisos que llevan a cabo las comunidades cristianas y cada bautizado en su ambiente de vida, debieran igualmente mirar hacia esa meta de la restauración de los lazos que nos unen como hermanos y se oponene fehacientemente a las actitudes y comportamientos que nos enfrentan y anulen de cualquier modo la dignidad de cualquier ser humano.
Cuanto más alto asciende Cristo a la gloria de Dios, más razones y fuerza tenemos para no dejar de seguir intentando una sociedad más pacífica y justa, más solidaria y compasiva. Y veréis cómo se nota, qué contraste y oposición supondrá la vida cristiana frente a las nefastas secuelas del odio, el egoísmo y el cinismo de quienes pretenden ser felices a costa del sufrimiento de la mayoría. Porque la humanidad que con Cristo ha ascendido a la plenitud, es el horizonte de la humanidad que hemos de ir haciendo posible con el esfuerzo y la constancia de nuestro amor.
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