7 DE ENERO: DOMINGO DEL BAUTISMO DEL SEÑOR (CICLO B)

Jesús está ligado al Bautista, porque su misión y el trabajo personal que la sustenta, forma parte de un momento de pronfundización y renovación de la fe de Israel, del que Juan es representante. Por su relación con el bautismo de conversión de Juan, Jesús conecta con la tradición viva de Israel y, al mismo tiempo, con su apertura a una trascedencia que la conduce hasta su verdadero horizonte de plenitud, la propia vida, muerte y resurrección de Jesucristo, el cumplimiento de las promesas y la radicalización de su mensaje moral y escatológico.

LECTURAS

  • Isaías 42, 1-4. 6-7
  • Sal 28, 1a. 2. 3ac-4. 3b y 9b-10 R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
  • Hechos de los apóstoles 10, 34-38
  • Marcos 1, 7-11

El Bautismo de Jesús por Juan en el Jordán tiene un signficado biográfico en la misión del profeta de Nazaret que no debe quedar oculto tras la referencia al bautismo cristiano, al bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Antes de llegar ahí, a nuestro propio bautismo y la incorporación a la Iglesia, esta pasaje, con sus dificultades para los primeros discípulos de Jesús, por lo que suponía de equiparación entre Jesús y el Bautista, significa el comienzo de la misión de Jesús, que no comienza con su acción misionera y predicadora, sino con su propia experiencia de conversión, de humilde incorporación al movimiento de renovación que predicaba Juan Bautista. Humildes, sí, los comienzos de la misión del anuncio del Reino de Dios, con una necesaria etapa de interiorización y trabajo personal por parte de Jesús, que de aquí, de la ribera del Jordán, pasará al desierto para escuchar en el silencio de la meditación, la voz del Padre que lo elige; para sentir la fuerza del Espíritu Santo que le permitirá sobreponerse a las tentaciones que pudieran amenazar su fidelidad y entrega al Reino de Dios. Leído así el Baustismo del Señor nos está llamando a realizar nuestro propio trabajo espiritual de escucha, profundización y disponibilidad, sin el cual, lo sacramental se queda a medio camino de su verdadera fecundidad; celebrar la progresiva transformación que llevará a cabo en nosotros vivir el significado del Bautismo, morir a una humanidad dominada por lo que no es Dios, para resucitar con Crito a la nueva humanidad que se sabe en manos de Dios y al servicio de su voluntad.

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

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