LECTURAS
- Isaías (22,19-23)
- Sal 137,1-2a.2bc-3.6.8bc
- Romanos (11,33-36)
- Mateo (16,13-20)
Este es el único pasaje de los cuatro evangelios en el que aparece la palabra griega "eklesía", que pasará al latín como "ecclesia" y de ahí a la española "iglesia", o "esglesia" en catalán, "chiesa" en italiano, "église" en francés, o "igreja" en portugués. Dígase en la lengua que se diga, Iglesia quiere decir comunidad de fe y caridad, de fe en Jesucristo, de caridad fraterna tal cual nos la recomendara nuestro Señor. Su razón de ser, pues, es confesar que en Jesús de Nazaret nos hemos encontrado con Dios. Pero, como le ocurriera a los discípulos, incluido el propio Pedro, esta confesión no resulta fácil, cómoda, pues supone seguir a Jesús a dónde él va (hacia la cruz) y como el marcha (libre de ataduras para servir y amar a todos). Y esta es la única "potestas clavium", el único "poder de las llaves" para atar y desatar, la disponibilidad para amar y perdonar, la fe que nos conduce, en comunidad siempre, por los caminos del servicio y la caridad, hacia la meta de la fraternidad universal. Si nos preguntaran, que todavía lo hacen, quién es Jesús; si nos preguntamos por la verdadera identidad y significado de Jesucristo, sólo con la fe que es vida en Cristo, ejercicio de amor y entrega, podremos dar razón de Él, y sólo así, podremos edificar y hacer habitable la Iglesia.
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