LECTURAS
- Hechos de los apóstoles (8,5-8.14-17)
- Sal 65,1-3a.4-5.6-7a.16.20
- I Pedro (3,1.15-18)
- Juan (14,15-21)
La ética cristiana, el modo de vida evangélico, no es un mero voluntarismo, ni un imperativo categórico racional, sino el fruto de la gratitud por el amor de Dios y la fuerza que dicho amor despliega en quienes lo sentimos. Esa era la fuerza que guiaba y sostenía a Jesús. Esa es la motivación de las bienaventuranzas, del mandato del amor fraterno y de la radicalidad del perdón y la misericordia que Jesús predicó y practicó. No es una mera ley, ni un razonamiento lógico, sino la desbordante riqueza y creatividad de la entrega y la desinteresada apuesta por el bienestar del otro, especialmente del que más lo necesita. Por eso, la ética cristiana, la acción socio - caritativa de la Iglesia, el testimonio desprendido de los que siguen a Cristo, trabajan a largo plazo, nunca les falta motivos para perseverar y se sienten íntimamente recompensados antes de que sus proyectos tengan o no respuestas exitosas. El amor, solo con amor se paga.
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