HORARIOS
- Vigilia Pascual: Sábado 23h.
- Domingo de Pascua: 11:30; 12:30; 19:30
LECTURAS
- Hechos de los Apóstoles (10,34a.37-43)
- Sal 117,1-2.16ab-17.22-23
- Colosenses (3,1-4)
- Juan (20,1-9)
Con toda su novedad y sorpresa, la mañana de Pascua no supone un cambio de guion, una extraordinaria intervención del deus ex machina que de manera totalmente inesperada introduzca algo totalmente extraño y exterior a lo que ha sido y es la vida de Jesús, incluida su muerte. La resurrección de Jesús, descubierta por María Magdalena y los otros discípulos en la alborada del primer día de la semana, ya estaba operando en todos los momentos, actitudes y acciones del camino de Jesús de Nazaret. Claro que ahora, aquél germen de eternidad que Jesús iba madurando con su plena disponibilidad al plan de Dios, ahora se despliega en toda su amplitud y profundidad hasta logar un alcance universal. Porque si Jesús había vencido las mil muertes del egoismo y la superficialidad, ahora, Dios lo eleva sobre esta muerte tan temida, la última por vencer, la de nuestro cuerpo y nuestro aliento, la muerte que cierra nuestros ojos a esta luz para abrirlos a la luz que no conoce ocaso. Pero, con toda su grandeza y plenitud, esta vida resucitada a la inmortalidad, Jesús ya la había ido gestando con su fidelidad a Dios y su atención solícita a los hermanos. Y la misma resurrección antes de morir es la que Jesús nos enseñó a descubrirla y hacerla realidad en la perseverancia de la fe. No le quita, ni mucho menos, alegría y gracia a la resurrección de la Pascua, pero la resurrección cotidiana, previa a la definitiva, es la que nos toca a nosotros entrenar y disfrutar, con más esperanza y tenacidad si cabe, pues, ahora, además, vislumbramos en la victoria definitiva de Cristo, la que un día culminará todos nuestros pasos hacia la luz y la vida de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario