LECTURAS
- Malaquias (3,19-20a)
- Sal 97,5-6.7-9a.9bc
- II Tesalonicenses (3,7-12)
- Lucas (21,5-19)
Jesús de Nazaret, como el Bautista y otros profetas de Israel, pulsa en su predicación la fibra apocalíptica, fruto de una visión profunda sobre el presente y abierta a un futuro terrible, que exige una seria conversión de vida para que no sea el último futuro de la humanidad. Pero, aparte de las variables políticas, económicas, sociales, que se daban cita en esa encrucijada história que la mirada profética otea, a Jesús le preocupa que procuremos con determinación y dedicación el crecimiento de nuestra vida espiritual, la coherencia de nuestro comportamiento ético, la fortaleza de nuestra fe en Dios. Porque sin ese trabajo minucioso y perseverante, está en juego el pleno desarrollo de nuestras vidas, la salud integal y completa -salvación- de nuestras personas. Así que, sin entrar en pánico, pero con realismo y responsabiliad, es conveniente que también nosotros hagamos un balance del derrotero que llevan nuestros pasos y los del conjunto de la humanidad.
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