LECTURAS
- Eclesiástico (35,12-14.16-18)
- Sal 33,2-3.17-18.19.23
- II Timoteo (4,6-8.16-18)
- Lucas (18,9-14)
Además de advertir contra una oración de autojustificación y autocomplacencia, de una oración escapista y solipsista, la parábola del publicano y el fariseo es una muestra de la disyuntiva existencial y espiritual del ser humano: o vivimos para construir una imagen ficticia que agrade a los demás y nos contente falsamente a nosotros mismos; o aceptamos con humildad y coraje nuestra realidad, pero con los ojos puestos en el ideal que quisiéramos alcanzar. Tener ideales no es iluso, es necesario tenerlos, pues ellos nos guían y atraen para superarnos. Fingir que somos ya ideales, perfectos e infalibles, es un tremendo error que malogra nuestras posibilidades de llegar a ser la persona que estamos llamados a configurar. Jesús invita a la oración constante, porque en ella se aclara nuestra verdadera identidad, se localizan las fallas y defectos, se viualiza y anhela el modelo que nos inspira -Jesús de Nazaret, prenda de la humanidad nueva- y se cobran fuerzas para seguir intentándolo. Contra todo imperio de la imagen postiza y la idolatría de la buena fama, Jesucristo nos propone la senda empinada de la autenticidad, la única que nos hace ser de verdad.
LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA
COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA
No hay comentarios:
Publicar un comentario