DOMINGO 16 DE OCTUBRE: XIX DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

 

Día a día, durante millones de años, el agua y el viento han tallado el cañón del Júcar, han abierto una brecha en el paisaje y un rincón para la vida. Así de perseverante ha de ser nuestra oración. Si lo fuera, experimentaríamos cómo su constancia transforma nuestras vidas, modela nuestra personalidad y crea también nuevos lazos de unión con las personas, con Dios y su creación. La oración perseverante esculpe la identidad del creyente y fecunda su paz interior. Pero, hay que perseverar.

LECTURAS

  • Éxodo (17,8-13)
  • Sal 120,1-2.3-4.5-6.7-8
  • II Timoteo (3,14–4,2)
  • Lucas (18,1-8)

Más que por convencer a Dios, que lo tenemos ya de nuestra parte, la constancia de la oración es necesaria para educar nuestros sentidos contemplativos, forjar la atención, aprovisionar nuestro interior de una fuente de paz, alertar la disponibilidad, alimentar la esperanza, contener el efecto erosionante del tiempo, fortalecer la voluntad... son tantos los frutos que genera un espíritu orante, que Jesús no dejaba de insistir en que fuéramos perseverantes en la oración. Pero, se requiere una disciplina, determinación y fuerza de voluntad, por eso mismo es muy conviente que no nos fiemos solo de nuestros recursos personales y aprovechemos cuantas convocatorias orantes y para formar la espiritualidad se nos presenten. Como dice una de las estrofas del rosario de la aurora de Peñas de San Pedro: "No perdamos lo que tanto vale por la covenencia de no madrugar" No, no perdamos estos tesoros por pereza, superficialidad o el descuido irresponsable.

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA


EL VIERNES 14 DE OCTUBRE, A LAS 19:30 CELEBRAREMOS UN FUNERAL EN MEMORIA DE MARINO ROJO MARCO


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