DOMINGO 2 DE OCTUBRE: XXVII DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

 

Sí, obras son amores... que no buenas razones. Pero nuestras obras nacen del corazón empapado del amor de Dios. Nuestras razones están impregnadas con el Espíritu de encuentro y donación que Cristo encarna. La fortaleza espiritual y la atenta dedicación al servicio y la solidaridad, son frutos de la misma semilla: la fuerza de Dios manifestada en Jesucristo y patente en nuestras obras y razones cuando las hacemos en su nombre.

LECTURAS

  • Habacuc (1,2-3;2,2-4)
  • Sal 94,1-2.6-7.8-9
  • II Timoteo (1,6-8.13-14)
  • Lucas (17,5-10)

Las exigencias evangélicas en el orden de la moral personal y la justicia social, solo pueden llevarse a cabo con la fuerza de la fe. Como dice la Carta a Timoteo, hemos de tomar parte en los padecimientos del Evangelio, en los compromisos que supone anunciar el Reino de Dios, "según la fuerza de Dios". Y es en la oración personal, la celebración comunitaria, el testimonio de los hermanos y la escucha permanente de la Palabra de Dios, donde hacemos acopio de la "fuerza de Dios". La espiritualidad cristiana conjuga la profunda confianza en que Dios siempre nos escucha, con la perseverante actitud de servicio, que lleva la espiritualidad a la acción, que une la oración con el compromiso.

Que nuestras celebraciones litúrgicas, las oraciones y formación, los programas de acción social y caritativa, nazcan y se inpiren en esta íntima comunióin entre la acción y la contemplación.

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A PAGOLA

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