LECTURAS
No debiera ser necesario estar en trance de muerte para aprender esta lección de sabiduría vital, de hecho, para vivir de verdad es menester aprenderla lo antes posible: no nos llevamos nada, todo cuanto somos es lo que perdurará; lo que tenemos, lo dejaremos; lo que dimos con generosidad y amor, será lo único que perivirá en el fondo inmenso de la misericoridia que es Dios. Por esta verdad esencial de la relatividad de todo lo lo que se compra y vende, no despreciamos lo material, sino que le hemos encontrado su justo fin: vivir con dignidad, pero vivir "todos" con dignidad, por lo que compartir y generosamente prestar ayuda a quien la necesita, forma parte del sentido de lo que tenemos y lo que sabemos, lo que podemos hacer y lo que debemos aprender a poner en práctica.
No se trata de una resignada aceptación de nuestra naturaleza contingente, pasajera, sino la gozosa experiencia de que lo que pasa y muere tiene algo que lo trasciende y lo llena de contenido, al amor hecho fraternidad. Y, lo mejor es que para aprenderlo y experimentarlo no hace falta morir, sino vivir con amor para que la muerte no se lleve más que lo suyo, lo que no puede pevivir. Pero, por al amor y la generosidad, viviremos día a día lo que vence a la muerte en Aquél que nos da la vida.
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