LECTURAS
- Éxodo (3,1-8a.13-15)
- Sal 102,1-2.3-4.6-7.8.11
- I Corintios (10,1-6.10-12)
- Lucas (13,1-9)
La esperanza cristiana tiene el sólido cimiento, la contrastada experiencia, del fruto logrado de la vida entregada de Jesús. Contra toda esperanza, la misión de Jesús, cumplida hasta el extremo de la fidelidad y la generosidad, ha desbordado los criterios mundanos de éxito o fracaso, para convertirse en el motivo más firme de la perseverancia contra todo pronóstico fatal. Merece el esfuerzo y el riesgo comprometerse por la paz, la justicia, la solidaridad..., merece todos los empeños creer y trabajar por la fraternidad. Pero, hay que ser sumamente tenaces, cuidar con esmero y preparar laboriosamente todos nuestros proyectos de caridad y acompañamiento fraterno de los que necesitan de nuestra cercanía. Seguiremos, pues, orando por la paz, enviando ayudas a Ucrania, pidiendo a las autoridades que regularicen la situación legal de miles de inmigrantes que no pueden trabajar porque no tienen permiso de residencia y no pueden obtener el permiso de residencia porque no tienen trabajo. Y también al interior de la Iglesia, contra toda tendencia inmovilista y nostálgica, seguiremos proponiendo una pastoral y una liturgia más en contacto con la realidad que vivimos, sin escudarnos en los cómodos terrenos de lo mandado, lo escrito y lo acostumbrado. A así, habrá frutos, no lo dudéis, pero hay que intentarlo una y otra vez.
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