HORARIOS DE MISAS DOMINICALES
11.30; 12:30 y 19:30
LECTURAS
- Isaías (42,1-4.6-7)
- Sal 28
- Hechos de los apóstoles (10,34-38)
- Lucas (3,15-16.21-22)
Al bautizarnos con Cristo, en su nombre y con el significado que Él le dio a su bautismo en el Jordán, estamos atreviéndonos a tomar las riendas de nuestra vida para ponerla, como Él lo hizo, en las manos del Padre. El bautismo -el de Jesús y el nuestro- supone un punto de partida, no el final de nada, sino el comienzo de una forma de vivir. En los evangelios, el bautismo de Jesús está relacionado con una decisión, la de emprender su misión, la de entregarse a la causa del Reino de Dios. También, nuestro bautismo, el que empezó con el gesto sacramental y que continúa con la fidelidad de nuestra fe, debería suponer una toma de decisión, la apuesta por un fin o destino para nuestros pasos. Jesús asume una misión. Y los bautizados en Jesús, nos implicamos en esa misión, porque en ella Dios, nuestro Padre, nos ve como sus hijos, cuenta con nosotros como con su Hijo.
Por esta misma comunión con la misión de Cristo, el bautismo edifica una Iglesia "sinodal", comunitaria y participativa. No puede ser que el Bautismo signifique tanto -la asociación íntima y existencial con la humanidad nueva del Hijo de Dios- y que, luego, la Iglesia a la que nacemos por el Bautismo, diluya esa alta vocación para convertirla en mera "tropa", sin responsabilidad ni protagonismo, porque pareciera que hay bautizados de primera, de segunda y de clase turista... Por la misma importancia cristológica que tiene el bautismo, la Iglesia ha de ser más comunitaria y menos vertical.
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