DOMINGO 16 DE ENERO: II DE TIEMPO ORDINARIO

 
Ya el profeta Jeremías (2, 13) había profetizado contra el pueblo de Israel por despreciar las fuentes de aguas vivas y excavar aljibes agrietadas que no retienen el agua. Tinajas llenas de agua cuando falta el vino. Ritos y costumbres repetidos pero sin el agua viva de la sed de sentido y el Espíritu que hace nuevas todas las cosas. Jesús pondrá fuerza y vida allí donde reinaban la fatiga y la rutina. Nuestra vida cristiana y su expresión cultual, litúrgica, deben embriagarse con la libertad creativa y transformadora del Evangelio, cualquier cosa menos algo repetitivo, aburrido y adomecedor. Estamos de boda, el novio está con nosotros y no falta el vino agradecido de la comunidad que celebra y persevera en su fe en el Señor.

HORARIOS DE MISAS DOMINICALES

11.30; 12:30 y 19:30

LECTURAS

  • Isaías (62,1-5)
  • Sal 95,1-2a.2b-3.7-8a.9-10a.c
  • I Corintios (12,4-11)
  • Juan (2,1-11)

Aunque a regañadientes y solo después de la intervención de su madre, María, la creyente y experta en esperanzas, Jesús interviene, hace suya la situación delicada de una celebración que se va a pique. Ni que decir tiene, que es preciso contar con el simbolismo del simbólico Juan. Pero, más allá de las seis tinajas de agua representativas del culto judío superado por el culto en espíritu y verdad, así como del significado místico de las bodas, consumación del amor que a más amor llama, el pasaje de las Bodas de Caná leído en nuestro momento actual, resuena a ilusión y compromiso. La ilusión de que el festivo deseo de Dios, nuestro Padre, por hacer feliz a la humanidad, no se trunque por la incompetencia, el cansancio o el miedo de quienes debieran facilitar esa conjunción gozosa del amor divino y la humana comunión. El compromiso por parte de aquellos que somos seguidores de Jesús y por el Bautismo compartimos su misión de anunciar el Evangelio, de no desentendernos ni retroceder, sino ofrecer con alegría y confianza los retazos de la humanidad nueva que ya se dan entre nosotros: caridad, solidaridad, escucha y deseos fervientes de curar, acompañar y festejar con el santo Pueblo de Dios.

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

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