DOMINGO 30 DE ENERO: IV DE TIEMPO ORDINARIO

 
Lector y comentarista privilegiado de la Palabra de Dios escrita, la Palabra de Dios hecha carne nos enseña que es la vida la que mejor pronuncia el significado de las Sagradas Escrituras. Y es en la vida de Jesús donde podemos encontrar, bien clarita, la voluntad de Dios, esa que tan bien interpretó Pablo en Corintios 13: si no tuviera amor no soy nada.

LECTURAS

  • Jeremías (1,4-5.17-19)
  • Sal 70,1-2.3-4a.5-6ab.15ab.17
  • Corintios (12,31–13,13)
  • Lucas (4,21-30)

Pero ¿qué es lo que tanto ha escandalizado a los paisanos de Jesús reunidos en la sinagoga de Nazaret?, ¿cómo ha interpretado su vecino el pasaje de Is 61, 1-2 para que lo quieran despeñar? Era una buena noticia, que Dios cumplía en Él su promesa. Era oportuna, el pueblo estaba necesitado entonces, como siempre, de buenas noticias. Pues, ¿cuál era la herejía?, ¿que esa Buena Noticia tan necesaria se cumpliera precisamente en Él, en Jesús? No. La piedra de escándalo era, precisamente, que lo conocieran, que les fuera tan cercano que podían decir el nombre de su parentela. Lo familiar y acostumbrado como barrera para reconocer la cercanía de Dios y su proximidad, su dulce e incómoda cotidianidad. Que Dios está entre los pucheros, que obras sean amores y no buenas razones, que la caridad empieza por los que tenemos al lado y la grandeza de la vida está en la pequeñez del día a día. Esas eran las ofensivas propuestas que suponía la proclamación de Jesús. Y hoy como antaño, la novedad y bondad de lo que acaece ante nuestro ojos nos sigue provocando rechazo. Las cuatrocientas comidas diarias que se sirven en el Cotolengo a quienes lo necesitan, la acogida solidaria de los inmigrantes por parte del Secretariado de Migraciones, las Hijas de la Caridad, Justicia y Paz... y otras asociaciones eclesiales y no eclesiales, tantas y tantas manifestaciones de ternura, compasión y generosidad por parte de vecinos, familiares, conocidos... un suma y sigue que revela a Dios pero que nos cuesta reconocer porque se hace patente en nuestra misma cara y a nuestro lado. Pero no importa, a pesar del velo que impide nuestra visión de la actuación de la gracia liberadora de Dios, Jesús sigue adelante: "Pero Jesús se abría paso entre ellos y seguía su camino". 

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA


No hay comentarios:

Publicar un comentario