LECTURAS
- I Reyes (17,10-16)
- Sal 145,7.8-9a.9bc-10
- Hebreos (9,24-28)
- Marcos (12,38-44)
Estar de corazón en lo que hacemos y darnos con lo que hacemos. Esa es la autenticidad que prolonga el sentido de nuestras acciones más allá de sus resultados, muy por encima de su reconocimiento. Es una cultura tan mediática y exhibicionista como la nuestra, la verdad de lo que se hace a conciencia y sin esperar nada a cambio, marca la diferencia entre la realidad de lo que somos y la fantasía de lo que quisiéramos parecer y que los otros crean de nosotros. Luego, no es la cantidad ni la magnitud de nuestras acciones sino la calidad y sinceridad de nuestra intenciones, donde nos jugamos ser creibles, significativos y convincentes. Por aquí va el sendero de la evangelización que no se queda en formas rituales ni en aparentes estrategias de marketing, sino en el amor sencillo y verdadero que se entrega a cada momento y para cada persona con la que nos tratamos. Quien reciba de nosotros esta respuesta sabrá algo de lo esencial de nuestra fe y, de paso, nosotros habremos tocado la verdad de lo que somos. No es poca cosa, merece la pena ponernos a ello con determinación.
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