LECTURAS
- Números (11,25-29)
- Sal 18
- Santiago (5,1-6)
- Marcos (9,38-43.45.47-48)
La visión integradora de Jesús, nada corporativista, al reconocer la validez del bien venga de donde venga, nos debería ayudar a los cristianos a superar posturas de cerrazón y exclusivismo. Por un lado, esta actitud abierta y acogedora nos ayudaría a valorar las iniciativas de muchas organizaciones no cristianas que trabajan por la paz y la justicia, por la ecología y la atención a los más débiles. Pero, todavía más allá de los beneficios sociales del diálogo y la cooperación con otras entidades humanitarias, desarrollar un corazón grande y unos brazos abiertos nos permitiría descubrir en las migraciones una oportunidad y no un peligro. Para conseguirlo, el papa nos invita a conjugar con decisión el carácter fraternal de la identidad humana y cristiana, a sentirnos "fratelli tutti", todos hermanos. Tal vez por este carácter constitutivo, antropológico y teologal de la fraternidad, Jesús nos advierte que el pecado nos rompe y nos deja incompletos, y no hay mayor pecado que el que daña al hermano. Por eso, la diatriba de Santiago contra los ricos hay que entenderla como un complemento de esta recuperación integral de nuestra común hermandad: si somos ricos porque no tenemos más que bienes materiales y solo son para uso propio, estamos igualmente mutilados, porque nos falta la fraternidad sin la cual andamos a medio hacer.
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