Dentro del Tiempo de la Creación que el movimiento Laudato Si' propoone para la concienciación ecológica de las comunidades cristianas es oportuno revisar desde la fe, con mirada creyente, nuestra responsabilidad para con la Creación, para ello, bien puede servirnos este "Examen de la Tierra", en el que de forma orante nos adentramos con gratitud y compromiso en la relación con el Creador a través de su Creación.
LECTURAS
- Sabiduría (2,12.17-20)
- Sal 53,3-4.5.6 y 8
- Santiago (3,16–4,3)
- Marcos (9,30-37)
El segundo anuncio de la pasión que nos comunica el evangelio de Marcos ahonda en el sentido, en el significado que tiene la cruz para Jesús: servicio, humildad y fraternidad. Tres actitudes que responden directamente contra la situación social, política y religiosa de entonces y de ahora: explotación, soberbia y egoísmo. De modo que la cruz está relacionada con una alternativa a un modo de organizar y vivir las relaciones entre las personas que genera muerte sin vida, mientras que la muerte del que se empequeñece para servir y se entrega por amor, para fortalecer los lazos que nos une, es una muerte que da vida, que genera vida, aquí y después de la muerte que parece definitiva pero no lo es en los planes de Dios.
Estas tres actitudes, servicio, humildad y fraternidad, son también necesarias para acometer como Pueblo de Dios el compromiso en favor de la Creación. Es necesaria la vocación de servir para actuar en favor de todos. Sin humildad no reconoceremos que somos criaturas y no dioses que puedan explotar la naturaleza sin límites, ni sabremos valorar y apoyar lo que ya están haciendo otros en favor de la sostenibilidad mediambiental. Y es la fraternidad la que nos une en este empeño común de pensar no solo en nuestro bienestar sino también en el de toda la humanidad, incluidas las generaciones que nos sucederán. Luego, también el compromiso ecológico está precisado de la sabiduría de la cruz que Cristo explica con su propio ejemplo.
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