DOMINGO 29 DE AGOSTO: XXII DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

Como un géiser, de la vida interior brota lo que somos; y, a la inversa, lo que hacemos, lo que mostramos, cuanto decimos y elegimos, depende de nuestro fondo personal, de nuestro centro más profundo e intrasferible, difícilmente camuflable o falseable. La autenticidad tiene mucho que ver con el cuidado de nuestra personalidad y la seriedad de nuestra conciencia moral. La fe, la vida religiosa tampoco escapa a esta ley y solo por su profunda conexión con lo que somos en realidad podrá ser sana y sanadora.

LECTURAS

  • Deuteronomio (4,1-2.6-8)
  • Sal 14,2-3a.3bc-4ab.5
  • Santiago (1,17-18.21b-22.27)
  • Marcos (7,1-8.14-15.21-23)

No pensemos que el problema del legalismo, los escrúpulos formalistas y la transformación de la fe religiosa en una tranquila posesión de dogmas y reglas es cosa del judaísmo fariseo del siglo I. De hecho estamos ante una tentación permanente para todas las religiones, cosificarse y cristalizar en aspectos controlables por la institución religiosa y evitar, así, el miedo a lo inabarcable, imprevisible y verdaderamente trascendente de la fe. Las adevertencias de Jesús siguen siendo, pues, muy oportunar hoy para cada cristiano en particular y para toda la Iglesia.

Y, frente a esos miedos al Espíritu (lo que también decía el Evangelio de Juan el domingo pasado: "El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen") y la pulsión controladora hasta de la libertad divina, Jesús apela a la autenticidad, la sinceridad y la coherencia. Entre ese dentro del que sale lo malo, y el afuera (el mundo, la la materia, la sociedad..., la vida) del que nada puede venir tan poderoso que contamine la pureza de lo que somos en verdad, hay una tensión que Jesús dirime con la llamada a la educación de la conciencia, la construcción madura y responsable de la libertad. Esta visión, que concuerda con la armonía de la lectura de Santiago, entre lo que escuchamos y creemos con lo que hacemos y vivimos, es la tarea permanente de crecer y aprender sobre la solidez de lo que no se falsea ni se impone, sino que solo es fruto de un largo y lento desarrollo de nuestra personalidad, nuestros valores y nuestras opciones de vida. Todo un programa de salud integral que incluye la ética, el autoconocimiento y, por supuesto, como fundamento y herramienta principal, la espiritualidad, esa que Cristo vive, la misma que predica y la única que sí es vinculante e imprescindible.

LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN: VIDA INTERIOR

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