LECTURAS
- I Reyes (19,4-8)
- Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9
- Efesios (4,30–5,2)
- Juan (6,41-51)
Frente a una comprensión proselitista de la evangelización, basada a su vez en una interpretación exclusivista de la fe ("No hay más verdad que la nuestra") las palabras de Jesús rezuman un oxigenante universalismo ("Serán todos discípulos de Dios"), que bebe, por su parte, en la profunda confianza en el amor sin restricciones del Padre: "Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre". Por eso insiste el papa Francisco en que la fe no se impone, se propone, se comparte, se testimonia. Más allá de una visión cicatera de la salvación, reservada solo a unos pocos, parece que el Evangelio de Juan, en el discurso del Pan de Vida, recupera un optimismo teológico: Dios está por la vida, de hecho, Cristo, encarnación de la voluntad divina de salvación, nos dice: "El pan que yo os daré es mi carne para la vida del mundo".
Con estas mimbres, sobre este cimiento debemos acometer la evangelización a la que con tanta insistencia nos llama la Iglesia desde Pablo VI (Evangelii nuntiandi) y que Juan Pablo II llamó "la nueva evangelización" (Novo millennio ineunte), hasta llegar a la apasionante convocatoria de Francisco para que todos seamos misioneros (Evangelii gaudium). Y para concretar más cómo, con qué medios y cuál debe ser el estilo de una Iglesia evangelizadora, también el papa Francisco ha invitado a reflexionar a toda la Iglesia sobre su carácter sinodal, fraternal y corresponsable. Merecerá la pena embarcarnos en ese proceso del sínodo de los obispos sobre la sinodalidad, que tendrá una fase de reflexión en cada Iglesia local.
Santo Domingo de Guzmán, cuya fiesta celebramos hoy, en el VIII centenario de su muerte, es un buen testigo y modelo de la predicación del Evangelio con la vida y de la fe vivida en comunidad y en misión. Su ejemplo nos anima a redoblar esfuerzos personales y comunitarios, parroquiales, diocesanos y de la Iglesia universal para comunicar nuestra fe del único modo creíble, con el testimonio del sentido y la alegría, la felicidad y fortaleza que a nosotros nos reporta ser cristianos, seguidores de Cristo. A nuestro santo patrono, titular de esta parroquia, nos encomendamos, en su ejemplo nos inspiramos, su intercesión suplicamos:
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