DOMINGO 21 DE MARZO: V DE CUARESMA (CICLO B)

 
El sentido de la fe cristiana está abierto, es práctico, experiencial. Creer en Cristo es seguirle, ser cristianos intentar vivir los valores del Reino y, para ello, supone compartir con otros hermanos - la Iglesia - este empeño por hacer presente en nuestro mundo la fraternidad, el amor compasivo y solidario. Por más que puedan servirnos las doctrinas, normas y los ritos, todos ellos deben conducir al seguimiento, a la puesta en práctica de lo que se cree con actitudes y comportamientos acordes con el mensaje reconciliador y cartitativo del Evangelio. Y para conseguirlo debemos recomenzar una y otra vez, por ejemplo, hoy.

LECTURAS

  • Jeremías (31,31-34)
  • Sal 50
  • Hebreos (5,7-9)
  • Juan (12,20-33)

Esta escena sería la Transfiguración en el evangelio de Juan. No hay monte, ni aparecen Moisés y Elías; pero hay voluntad de ver a Jesús e intención por parte de éste y de su padre de darse a conocer tal cual es en su misión e identidad más profundas. Ya nos había dicho Jesús en otros pasajes de los evangelios que solo el Padre conoce al Hijo, por eso, cuando los griegos, curiosos, quieren conocer a Jesús, será el mismo Dios Padre quien se lo dé a conocer. Y es que a Jesús, el hombre de Nazaret, no se le comprende bien si no se escucha al Padre que nos habla a través de Él, que nos cura con sus manos y nos libera con su vida, muerte y resurrección. Y, por eso mismo, para comprender qué significa ser cristiano, vivir como discípulo de Cristo, hay que ir a dónde Él va, estar en profunda comunión con el Maestro, que también es estar en comunión con Dios.

Pudiera ser, que para conocernos bien a nosotros mismos, también debiéramos mirar y escuchar al Padre. Porque, de igual manera que sólo desde Dios se comprende quien es Jesús, pues Jesús es de Dios, también nosotros hallaremos nuestra verdadera identidad y comprenderemos nuestro sino a la luz y la mirada de Dios. Y el mejor espejo a lo divino, el mejor reflejo de lo que somos en lo más profundo de los planes de Dios, es el propio Jesucristo. Como Él estamos llamados a vivir el amor que Dios es. Como Él y por Él, somos enviados a vivir lo que de Dios recibimos, a compartir lo que creemos poniéndolo en práctica. Al igual que nuestro Señor, la verdad última de nuestra historia sólo Dios la puede decir porque sólo Él puede dar vida a pesar de la muerte y revertir en amor y entrega a pesar del egoísmo y el miedo que nos tientan. Vernos como Dios nos ve, para que puedan nuestros hermanos llegarlo a conocer. El autonocimiento buscado en el rostro de Dios, que es Jesús, nunca será individualista o solipsista, porque Él nos reenviará continuamente al servicio y la caridad con nuestros hermanos, por eso vamos hacia Dios en Iglesia.

LECTIO DIVINA DE SAN ROQUE DE HELLÍN


HOJA DOMINICAL DIOCESANA

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