La maquinaria del tiempo funciona por su cuenta, pero nosotros podemos ponerla al servicio de diferentes objetivos. El tiempo de la salvación, de la conversión que renueva la fe, la esperanza y la caridad, también necesita que lo incluyamos en nuestras previsiones para dedicarle su momento y atender a las demandas de nuestras carencias, opciones y valores. Jesús se tomó su tiempo. Este debiera ser el nuestro.
LECTURAS
- Lectura del libro del Génesis (9,8-15)
- Sal 24,4bc-5ab.6-7bc.8-9
- I Pedro (3,18-22)
- Marcos (1,12-15)
Sugerencias personales: ver si el Espíritu te está empujando, con sus avisos de que hay que parar, escuchar y contemplar, al desierto; encontrar tu desierto y tu tiempo, el lugar y el momento más idóneos para respirar despacio, mirar hacia dentro, sentir el latido que marca tu ritmo vital; preguntarte qué te falta, que te quita la paz, por qué no estás contento del todo con tu vida y tu forma de llevarla adelante, sobre todo en relación con los demás, apoyar activamente y con tus recursos económicos cualquier iniciativa solidaria; recuperar la comunicación y mejorar el trato con aquellas personas de las que te hayas alejado.
Sugerencias comunitarias: participar de la celebración eucarística habiendo leído antes en casa el "Evangelio del día"; recorrer el Via Crucis en la parroquia (esta o cualquier otra); preparar concienzudamente el sacramento de la penitencia para vivirlo como tiempo de salvación; asistir a alguno de los retiros, presenciales u online que se ofrezcan; sentir que junto a ti hay todo un pueblo, toda la Iglesia viviendo un periodo de reflexión para la conversión, para dar frutos, pera renovar la fe, la esperanza y la caridad.
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