Domingo 30 de agosto: XXII de Tiempo Ordinario (Ciclo A)

 

Como postrer epitafio quiso Pedro Casaldáliga estas palabras en su tumba: "para descansar, una cruz de palo, con lluvia y sol". La primera cruz que aparece relacionada con el cristianismo en la historia del arte es un grafitti de Pompeya con clara intención insultante. El escándalo de la cruz, la necedad de la libre elección del servicio, el lugar último y la última entrega. No es de extrañar que a  Simón Pedro se le atragantara este itinerario, pero Jesús, el que lo llamó le pide que se pongra tras él y camine con él hacia esa cruz, que es vida cuando significa compromiso.

LECTURAS

  • Jeremías (20,7-9)
  • Sal 62,2.3-4.5-6.8-9
  • Romanos (12,1-2)
  • Mateo (16,21-27)

La fe no puede darse por supuesta sin más, hay que retomarla cada día y alimentarla a cada momento, porque su aspiración máxima, la fidelidad en el seguimiento de Jesús, de Galilea a Jerusalén, de las multitudes al abandono, pasa por la cruz y requiere continua renovación. Simón, con su "sí" del pasaje anterior (Mt 16, 13-20: Domingo XXI de Tiempo Ordinario) y su "no" de este, nos representa a todos y a todos nos advierte de la necesidad de constancia, revisión y capacidad de volver a empezar: “Ponte detrás… sígueme”. La afirmación, tras el inevitable pinchazo del renuncio, deberá confirmarse y esto solo puede hacerse volviéndolo a intentar.

En una sociedad marcada por la economía y la cultura moral del ganar a cualquier precio, ganar siempre y lo antes posible, la propuesta de Jesús, que implica estar dispuesto a perder, entregar, compartir, resulta verdaderamente provocadora. Pero antes o después todos experimentamos que cuando queremos a alguien, hay que estar dispuesto a perder algo por esa persona. Máxime si el amor lo destinamos no sólo a los nuestros. Pero, cuando se tiene hambre de Dios, nada de lo que se pierde es comparable con lo único que pude saciarnos de verdad. En la negación que supone cargar con la cruz, hay mucho más que negación, pues si bien supone renunciar a la idolatría del ego y a la ideología del éxito fácil y superficial, mucho más implica una plena realización de las aspiraciones más profundas y duraderas, las que pasan por la felicidad de los demás y no se pasan con el tiempo ni con la moda; ni más, ni menos.

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