LECTURAS
- 1 Sam 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23. El Señor te ha entregado hoy en mi poder, pero yo no he querido extender la mano.
- Sal 102. R. El Señor es compasivo y misericordioso.
- 1 Cor 15, 45-49. Lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre
terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.
- Lc 6, 27-38. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.
Aunque Nietzsche tenía sus agravios con Jesucristo y más todavía con los cristianos, sin embargo no dejó de reconocer su grandeza y su admiración por su persona, porque se atrevió a vivir diferente, porque decidió vivir su propia vida. Lo que Nietzsche no comprendió es que toda esa novedad, todo ese arrojo y determinación de Jesús, venían de su profunda conexión con Dios, de su complicidad filial con el Padre. Y cuando los que sí creemos en Cristo como el Hijo de Dios y su palabra encarnada, queremos imitarle y considerar el amor, el perdón y la caridad solidaria como nuestras máximas aspiraciones morales, tampoco debiéramos olvidar que estos valores de generosidad, misericordia y abnegación sólo con Dios son posibles, sólo por Dios alcanzan su máxima realización, sólo en Dios serán reconocidos y plemanemente correspondidos. Porque Dios es el origen y la meta de esta corriente transformadora de la vida que Jesús nos propone como ideal de vida: amar, servir y perdonar.
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