DOMINGO 7 DE ABRIL: II DE PASCUA (CICLO B)

 
No con un microscopio, sino en el acelerador de partículas se descubrió "la partícula de Dios", el bosón de Higgs. Con telescopios, sondas espaciales, espetroscopios y lentes de todos los tamaños, buscamos y rastreamos huellas de la vida, la materia y el tiempo. Le hacemos análisis con carbono 14 a la Sábana Santa y cual Indiana Jones buscamos debajo de las piedras fósiles y reliquias que nos den constancia empírica de lo que creemos. Y bien está, porque aunque no sea cierto que el saber no ocupa lugar, merece la pena esforzarnos por saber cuanto podamos, por cerciorarnos de las eviedencias empíricas de lo que somos, de donde venimos, de dónde estamos en el universo. Pero, siempre hay un pero, cuando se trata de Dios, de la resurrección de Jesucristo, de la vida eterna y el sentido de la vida, estos artilugios no nos valdrán, hay que empeñar ese acto milagroso, que suma decisión y confianza, voluntad y docilidad para que nos pueda la razón mayor que desborda todas las razones y sostiene nuestra vida entera.

LECTURAS

  • Hechos de los Apóstoles 4, 32-35
  • Sal. 117, 2-4.16ab-18.22-24 R: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia
  • I Juan 5, 1-6
  • Juan 20, 19-31

Tomás, escéptico él, pidió ver y tocar, y vió y tocó con sus manos las llagas gloriosas del crucificado. Pero el evangelista Juan, que a lo largo de todo el cuarto evangelio va desarrollando una compleja y profunda teoría del conocimiento creyente, nos invita a creer sin ver. Y, no obstante, una cosa es que no tengamos, ni debamos necesitarlas, pruebas concluyentes de lo que creemos por fe, y otra cosa muy diferente es que carezcamos de razones para creer, pues sí que las hay. La principal de todas ellas, la vida misma de Jesucristo, la luz existencial que desprende su testimonio de entrega amorosa, su compromiso sin pararse a calcular costes ni consecuencias para su propia supervivencia y comodidad. Y, a la luz de esa estela pacual de Cristo resucitado, también encontramos razones para creer en la consistencia de vida que supone apoyarnos en Dios y practicar la ética que nos propone en el Evangelio, la ética del amor fraterno. Una cosa es que creamos sin ver y otra muy distinta que no dejemos de ver por todas partes motivos y sugerencias que nos invintan a decantarnos por la fe.

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

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