LECTURAS
- Hechos de los Apóstoles 4, 32-35
- Sal. 117, 2-4.16ab-18.22-24 R: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia
- I Juan 5, 1-6
- Juan 20, 19-31
Tomás, escéptico él, pidió ver y tocar, y vió y tocó con sus manos las llagas gloriosas del crucificado. Pero el evangelista Juan, que a lo largo de todo el cuarto evangelio va desarrollando una compleja y profunda teoría del conocimiento creyente, nos invita a creer sin ver. Y, no obstante, una cosa es que no tengamos, ni debamos necesitarlas, pruebas concluyentes de lo que creemos por fe, y otra cosa muy diferente es que carezcamos de razones para creer, pues sí que las hay. La principal de todas ellas, la vida misma de Jesucristo, la luz existencial que desprende su testimonio de entrega amorosa, su compromiso sin pararse a calcular costes ni consecuencias para su propia supervivencia y comodidad. Y, a la luz de esa estela pacual de Cristo resucitado, también encontramos razones para creer en la consistencia de vida que supone apoyarnos en Dios y practicar la ética que nos propone en el Evangelio, la ética del amor fraterno. Una cosa es que creamos sin ver y otra muy distinta que no dejemos de ver por todas partes motivos y sugerencias que nos invintan a decantarnos por la fe.
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