LECTURAS
- Ezequiel (34,11-12.15-17)
- Sal 22,1-2a.2b-3.5.6: El Señor es mi pastor, nada me falta
- I Corintios (15,20-26.28)
- Mateo (25,31-46)
El mensaje de Jesús, como antes el del Bautista y, mucho antes, otros profetas de Israel, incluye una expectativa de futuro. Aunque los profetas, y también Jesús de Nazaret, parten de la mirada al presente, "mirando a la multitud subió al monte y empezó a enseñarles...", su profunda identificación con el proyecto de Dios para toda la humanidad, rebasa los límites del tiempo y se abren a la posibilidad de una realidad plena que supere tantas limitaciones y carencias, que responda a tantos sufrimientos e injusticias. Pero ese anuncio escatológico, con el que Jesús y los profetas de todos los tiempos, otean una salida de vida y sentido para tanta desdicha y desesperación, nos devuelve al presente y se convierte en demanda urgente de un compromiso personal y comunitario por acercar el cumplimiento de las promesas y abrir espacios de transformación y dicha en el aquí y el ahora. Por ese puente que es el Evangelio, entre la realidad actual y el cumplimiento definitivo hemos de transitar los cristianos para sumar nuestros esfuerzos a la dirección que marca el anuncio de Jesús: justicia, solidaridad y mucha, mucha ternura y compasión.
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