LECTURAS
- Isaías (60,1-6)
- Sal 71
- Efesios (3,2-3a.5-6)
- Mateo (2,1-12)
El escriba que era Mateo, conocedor y amante de las Escrituras, apegado a las raíces judías de la nueva fe que Cristo traía, es capaz de ensanchar su horizonte nacionalista, su pasión identitaria, en favor de la transformación de la humanidad que supone la fraternidad universal encarnada en Jesucristo. Y nosotros, que ya somos hijos de un cristianismo abierto a la multiculturalidad que supuso la ruptura con el judaísmo, todavía somos reticentes para superar tantos prejuicios y fobias que nos impiden reconocernos hermanos por encima de etnias, nacionalidades y religiones. Hermanos por ser hijos del mismo Dios Padre y por creer que el designio divino para toda la humanidad es de comunión, reconciliación y cooperación fraterna. Adorar con los magos al niño nacido en Belén, significa no volver a postrarnos ante la idolatría de lo nuestro como algo exclusivo y excluyente. Esto es lo que también quiere decir el mensaje del papa para la Jornada Mundial de la Paz 2023: "Nadie puede salvarse solo". Vayamos pues con los representantes de la pluralidad multicultural a reconocernos en el Niño Dios como miembros de una misma familia con un mismo destino.
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