25 DE DICIEMBRE: NAVIDAD


Puede que fuera aquí, la tradición así lo ha defendido durante siglos y la devoción lo ha avalado con la autoridad de la emoción y la adoración. O puede que no sepamos exactamente donde nació Jesús, ni el día, el mes, el año, ni la hora. Pero lo que es seguro es que la carne que pronunció el Verbo de Dios tuvo un lugar y un momento en la historia. Es seguro que Jesús de Nazaret, para ser el Cristo de Dios y predicar su palabra salvadora, tuvo una biografía; que sus pasos dejaban una huella y su vida tenía un perfil histórico, porque solo así podía hacer realidad todo el amor y la voluntad divina de salvación. Así que nos vale este sitio, y esta fecha del 25 de diciembre, para proclamar que el que se hizo historia para cambiarla, el que se encarnó para elevar las expectivas de la humanidad hasta la altura del Dios que la creó, nació en Belén, vivió en Nazaret, murió y resucitó en Jerusalén. A nosotros nos tocar hacerlo realidad aquí y ahora donde vivimos.

LECTURAS

  • Isaías (52,7-10)
  • Sal 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6
  • Hebreos (1,1-6)
  • Juan (1,1-18)

HORARIOS

  • 24 de diciembre: MISA DEL GALLO 24h.
  • 25 de diciembre: MISAS DE NAVIDAD 11:30; 12:30 y 19:30

En tiempos tan cuantificadores como los nuestros, en una cultura que se precia de ponerle número a todo, de datar, pesar y medirlo todo, la imprecisión histórica sobre el nacimiento de Jesús bien pudiera ser la gran pista de su valor intemporal y universal: aún cuando nosotros no podamos precisarlo, Jesús no solo nació en un determinado lugar y momento, fueran los que fueran, sino que vivió en una época histórica, bajo el peso de todos los condicionantes que forman parte de la realidad humana: economía, política, cultura, religión... Y esa es la verdad que cuenta, la que nos debería importar, porque es la verdad que salva: en Jesús, en su realidad personal e histórica, Dios nos habla con su palabra creadora y eterna. Y, a partir de aquí, año arriba o año abajo, en invierno o verano, el nacimiento de Cristo es trascendental, porque sitúa en la escala de la salvación y del amor de Dios todo lo que vino después de Belén: su vida en Nazaret, su periodo de preparación en el desierto, la predicación por Galilea, la pasión y cruz en Jerusalén... todo el Evangelio remite a la voluntad divina de hablarnos en nuestro tiempo y habitar entre nosotros para que lo podamos reconocer, para que pueda hacernos "hijos de Dios". La Navidad es la invitación a que leamos nuestras propias coordenadas históricas en clave de trascendencia y a que sepamos reconocer la trascendencia en nuestro propio calendario y agenda presentes.

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

HOJA DOMINICAL DIOCESANA




No hay comentarios:

Publicar un comentario