DOMINGO 21 DE AGOSTO: XXI DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

 
Sí, la puerta del cielo es estrecha, pero también alta y siempre está abierta. Exige esfuerzo entrar por ella, pero también ha salido de ella la gracia y el impulso para ganarla y atravesarla: Jesucristo, la Palabra de Dios que tiende puentes y facilita recursos para que, no sin trabajo personal y perseverancia, accedamos a la plenitud que sólo Dios puede dar y que, con atención comptemplativa, podemos anticipar en la fe y la fraternidad.

LECTURAS

  • Isaías (66,18-21)
  • Sal 116,1.2
  • Hebreos (12,5-7.11-13)
  • Lucas (13,22-30)

Lo más difícil de ser cristiano no es ir a misa, u orar, o formarnos en la catequesis, o leer la Biblia, o guardar la vigilia en Cuaresma... No, todo esto son recursos que la Iglesia pone a nuestra diposición y nos invita a emplearlos con perseverancia para que fortalezcamos nuestra fe, eduquemos nuestras aptitudes, fundemos en el cimiento de la tradición y la historia del cristianismo nuestras procesos personales y comunitarios de crecimiento creyente. No podemos ir sobrados por la vida, como si solo por nosotros mismos pudiéramos componer y actualizar nuestra condición de discípulos de Cristo. Necesitamos la comunidad. Nos necesitamos unos a otros y todos necesitamos ese temple que otorga la constancia en la oración y en la participación de la vida de la Iglesia. No cedamos a la tentación del egoísmo, de la autosuficiencia, por no decir, de la pereza, el descuido y la imprudencia. Las respectivas disciplinas con las que la Iglesia se ha ido dotando a lo largo de los siglos (sacramentos, oración, catequesis, lectio divina...) son otros tantos medios y alimentos que debemos aprovechar con gratitud y determinación. La madurez no se improvisa, ni el temple se encuentra por casualidad, hay que trabajarlos con asiduidad, atención y compromiso responsable. Porque, por lo demás, aunque la puerta del cielo es estrecha, también está siempre abierta y, de hecho, a ella están llamadas multitudes de las que desearíamos formar parte, lo cual, requiere su trabajo y esfuerzo. No desistamos.


COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA



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