DOMINGO 1 DE MAYO: III DE PASCUA CICLO C

 

La negación de Pedro,  Gerhard van Honthorst (1622-1624)

La luz destaca en primer lugar el rostro de la mujer que está reconociendo a Pedro como uno de los que también iban con Jesús de Nazaret, así como la mirada inquisitiva del guardia que, a su lado, escruta a Pedro. Son las miradas de todos los personajes volcadas hacia la figura del apóstol renegado, las que apuntan su protagonismo oneroso, su intervención vergonzante. Con la mano derecha, Simón, hijo de Jonás, apodado por Jesús, Cefas, parece dar explicaciones, justificaciones de su pretendido desconocimiento sobre "ese hombre". En el relato de Jn 21, Pedro podrá desquitarse, de nuevo embargado por la tristeza de la culpabilidad, afirmando por tres veces que sí que ama a Jesús. Y el resucitado, que lo sabe todo, renueva su confianza y su llamada al pescador de Galilea para que pilote su barca. Un barca que formamos otros muchos que hemos renegado en más de una ocasión de nuestra fe cristiana. Pero, aún con esas, el que nos conoce de verdad, el que sabe que a pesar de nuestros renuncios lo queremos, sigue contando con nosotros para que anunciemos el Evangelio.

LECTURAS

  • Hechos de los apóstoles (5,27b-32.40b-41)
  • Sal 29,2.4.5.6.11.12a.13b
  • Apocalipsis (5,11-14)
  • Juan (21,1-19)

Los capítulos 20 y 21 del evangelio de Juan, pertenecen al último redactor. Su intención, entre otras, es reforzar la viculación de las comunidades joánicas con el resto de las Iglesias, de ahí el papel preponderante de Pedro, que en el resto del evangelio apenas si destaca. Sigue brillando con luz propia el discípulo amado, Jesús confirma su singularidad. Pero, es a Pedro a quien el resucitado, a la orilla del lago de Galilea, confirma la responsabilidad de guía y sostén de su rebaño. La triple manifestación del amor de Pedro por su Señor, precedida por la pesca milagrosa y continuada por la predicción del testimonio final, martirial, que le espera a Pedro, trazan un relato de llamada y envío, de fe y misión. Necesitamos, como Pedro, que algún discípulo amado de Jesús, nos lo indique, lo señale en un punto de nuestro horizonte: "Es el Señor". Pero, como Pedro, somos nosotros los que tenemos que lanzarnos al agua, dar un paso al frente, renovar nuestra fe dubitativa y acoger, gozosos y confiados, la última encomienda del Maestro: "Sígueme".

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

COMENTARIO BÍBLICO DE J. A. PAGOLA

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