DOMINGO 19 DE ENERO: II DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

 

La flor del almendro es la más tempranera, por eso, muchas veces se hiela, pero convierte al ábol que engalana en una primicia de la primavera, en un lucero de la vida que se renueva. El primer signo que hizo Jesús, según el evangelio de San Juan, fue el de las bodas de Caná. Esa manifestación de que la fiesta debe ser bendecida, la alegría protegida  y las familias apoyadas se convierte para el teológico y simbólico cuarto evangelio en una floración madrugadora de una nueva alianza entre Dios y la humanidad sellada, como el brindis de una boda, con el vino nuevo de la Buena nueva, con la sangre de Cristo, la que que será derramada en la cruz y la que late para animar su misión a partir de esta apertura nupcial, festiva y solidaria.

LECTURAS

  • Is 62, 1-5. Se regocija el marido con su esposa.
  • Sal 95. R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
  • 1 Cor 12, 4-11. El mismo y único Espíritu reparte a cada uno en particu lar como él quiere.
  • Jn 2, 1-11. Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea.

Sólo siete y nada más que siete milagros hace Jesús en el Evangelio de Juan, que los llama, a los milagros, signos. Porque los  milagros son signos de aquello que motiva toda la acción de Cristo: manifestar el amor de Dios que nos ofrece una vida nueva. El vino que sustituye al agua de las abluciones rituales de los judíos, es la nueva alianza, la sangre misma de Cristo, que sostendrá su misión y será derramada como fuente de agua viva en la cruz. Los esponsales que sirven de pretexto para esta obertura de la acción reveladora del que es palabra hecha carne, nos habla del íntimo vínculo de amor entre el Hijo y Dios: Padre y Espíritu. Pero son también las nupcias de Dios con la humanidad, pues no otra cosa que la participación en esa íntima comunión de Dios es lo que Jesús viene a compartir con nosotros. Agradecemos a la virgen María, madre tan solícita como atenta, que inste a Jesús a este gozoso principio de su obra reveladora. Y, de paso, nos advertimos de que la fe no puede vivirse sin alegría, pues mientras esté el novio con nosotros es tiempo de celebración y dicha.

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA: DESATANUDOS

COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA: ALEGRÍA Y AMOR

COMENTARIO AUDIOVISUAL DE VERBO DIVINO: TU VIDA TU MILAGRO

HOJA DOMINICAL DIOCESANA

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