DOMINGO 30 DE JULIO: XVII DE TIEMPO ORDINARIO (CICLO A)

 
Para el náufrago en la isla desierta, tras una penosa singladura, amenazado de muerte por el hambre y la sed, los cocos son tesoros de frescura, alimento y agua, pero encerrados en su duro cofre de madera, duros de pelar. Así los tesoros del Reino, tanto más prometedores, cuanto más arduos de encontrar y saborear. Como ocurre en todas las parábolas, en estas del tesoro escondido y la perla, la red barredera y el cofre del escriba, siempre hay una parte de don, de gracia y regalo; y dos tazas de esfuerzo personal, constancia espiritual y empeño por la coherencia y la integridad de vida. No hay comparación, como dijera san Pablo del pecado y la gracia, entre las dificultades y el don prometido, por eso, merece la pena esforzarse con denuedo en la posesión y disfrute del bien más preciado.

LECTURAS

Tesoros y perlas, copiosas capturas y sabiduría acendrada, vieja y nueva, así es el Reino, una prometedora cosecha abundante de vida y fecundidad. No se trata de un premio de consolación (librarnos de la condenación), sino de un pleno de las máximas aspiraciones, de la fortuna incomparable de haber vivido la vida del único modo que merece la pena, con el riesgo a la altura de la suma felicidad. Pero, siempre hay un pero, todas esas prendas de realización y cumplimiento cabal, requieren de nosotros no cejar en la búsqueda, no menguar en la generosidad y gratuidad de nuestro compromiso y ser tan constantes como lo es la oferta por parte del Padre de asociarnos a su eternidad.

LECTIO DIVINA DE SAN ISIDRO DE ALMANSA


COMENTARIO EVANGÉLICO DE J. A. PAGOLA

No hay comentarios:

Publicar un comentario